sábado, 16 de junio de 2007

I don't speak spanglish - and proudly so

En mi columna El poder de la palabra, también exploré el muy trillado tema de la adopción del inglés como idioma científico universal, hasta el punto de preferir algunos de los términos en ese idioma a los aceptados en el nuestro para describir objetos, partes o técnicas comunes:
En la ciencia, el idioma inglés ha tomado la posición preponderante que alguna vez tuvo el latín. Creemos más en las cosas escritas en inglés, y las publicaciones científicas (que muchos llaman «literatura» a secas, descalificando de un zarpazo toda una gama del género literario), en su gran mayoría, están escritas en ese idioma. Los motores de búsqueda de artículos científicos tienen una opción muy comúnmente usada, que limita dichas búsquedas para encontrar sólo aquellos cuyos resúmenes o textos completos están escritos en inglés. La literatura científica escrita en francés, alemán y español no es citada con tanta frecuencia en nuestro medio, mucho menos los artículos en otras lenguas.
Quizá por la cercanía geográfica con la cultura norteamericana, hemos adoptado terminología y hasta estilos semánticos que nada tienen que ver con el español. Esta no es una costumbre exclusiva de la medicina, y puede ser producto del subdesarrollo, más que de la pedantería. De hecho, uno de los más renombrados movimientos literarios en nuestro idioma, es conocido como «el boom latinoamericano», como si al bautizarlo en inglés su reconocimiento internacional fuera mayor.
En una columna previa mencioné el uso de varias siglas latinas o latinizadas, calcadas del inglés, para prescribir medicamentos al mejor estilo de los hospitales foráneos. La invasión anglosajona no para allí: del inglés adoptamos palabras mal traducidas, o simplemente usamos las palabras extranjeras sin preocuparnos por su equivalente en nuestro idioma. Mi interés por estos temas me llevó a ingresar a un foro internacional de traductores profesionales en medicina, donde he aprendido mucho acerca de los vericuetos del idioma y de las dificultades en la traducción y adaptación de términos foráneos a nuestra lengua, y, específicamente, a nuestra jerga. Yo llamo «disco fijo» a la alteración en la movilidad del disco de la articulación mandibular, y no cedo a la tentación de llamarlo «stuck disk», como fue descrito hace algunos años, ni utilizo su traducción literal de «disco atascado».
Siempre preferiré endoprótesis o implante sobre «stent». Como también me gusta la historia, no pretendo desconocer la importancia del invento del odontólogo inglés Charles Stent; pero claramente, nada tiene que ver la receta de una masa para hacer moldes dentales con los tubos expandibles, mallas y otros implantes con que se pretende corregir la función de diversas estructuras tubulares enfermas. En griego, la palabra prótesis significa «adición»; en el lenguaje médico, el término se ha asociado tanto a la sustitución anatómica como funcional de una estructura. Parecería entonces restrictivo sugerir que «prótesis» sólo puede aplicarse cuando se remplaza algo, como en el caso de las prótesis ortopédicas. Los elementos artificiales que se usan para restaurar la función de una estructura tubular pueden ser implantados por diferentes métodos, por lo cual parece correcto llamarlos implantes, quizá en ese caso con un término complementario, como «vascular», «biliar» o «recubierto», «medicado», etc., para evitar cualquier posible confusión con los implantes de tipo estético. Y si se tratara de castellanizar el nombre, entonces debería proponerse «estent», o «estén», en cuyo caso yo alzaría mi voz hasta niveles estentóreos a favor del uso de «prótesis» mencionado en el Diccionario de Burradas, recopilado por Xosé Castro: «La próstata dental es carísima.» (< http://xcastro.com/portera.html >) ¿Y el plural de «estén»? He oído «estenes» y «stents», cuando me parece más fácil decir que a un paciente dado se le pusieron dos o más implantes endovasculares.
De la ortopedia nos vienen términos que nos negamos a usar en español, como «brace». ¿Será que algunas lesiones de ligamentos no sanan igual cuando las inmovilizamos en una abrazadera? Un desplazamiento, que en algunos contextos se refiere a una distancia dada, se llama mejor «offset». A los platillos de los cuerpos vertebrales queremos cambiarle el nombre por una traducción literal del inglés «end plates», por lo cual preferimos decirles «placas terminales». Siendo así, resulta interesante la propuesta de Fernando Navarro, del Grupo de Medicina y Traducción MedTrad, quien alguna vez sugirió que, para «equilibrar la balanza de la influencia interlingüística», utilicemos algo así como «vertebral saucers» cuando la traducción sea del español al inglés.
Ni hablar de algunos aspectos administrativos que pueden afectar nuestra práctica diaria. Si quisiéramos iniciar una estrategia de difusión de los servicios que ofrecemos, hacemos «marketing» en vez de mercadeo. Una estrategia común en «márquetin», (mi propuesta en espanglish para mercadeo) es revisar a fondo lo que hace la competencia, y compararlo con las políticas de la empresa propia. Esta técnica, que es simplemente una comparación, se llama mejor «benchmarking», aunque la traducción no deja de ser compleja: «referenciación competitiva», quizá para darle mayor importancia de la que merece a un procedimiento tan sencillo como compararse con los demás. Si quisiéramos demostrar un alto nivel gerencial, no debemos pensar en subcontratar un servicio de auditoría externa para evaluar nuestra gestión, pues hoy en día no se subcontrata, se hace «outsourcing». Pero, si no tenemos presupuesto suficiente, podemos asignarle las funciones de auditoría a alguien que ya pertenece a nuestra nómina. Para algunas mentes pequeñas, suena más elegante llamar a esto «insourcing», aunque coloquialmente lo que estemos haciendo realmente sea «clavar» a alguien con un trabajo adicional.
Fosa es una traducción perfectamente adecuada para «pit». He leído informes radiológicos en los que, en vez de almohadilla grasa, reza «fat pad». «Spin Echo» es el nombre, en inglés, de la secuencia de resonancia magnética que en español se llama eco de espín. No existen «appendages» en español, ni usamos doble p en nuestro idioma; sólo se me ocurre una manera de describir el desconocimiento de la existencia de un término correcto en español, como apendicitis epiploica, para hacer referencia a la «appendagitis» que afecta a los angloparlantes: «pendejaditis».
El uso descuidado del idioma en los informes médicos ha llegado al extremo de enviar reportes automatizados escritos completamente en inglés, o, lo que puede ser peor, con algunos comentarios en espanglish.
La traducción no es sólo una ciencia, sino un arte. Del inglés «severe» traducimos erróneamente «severo», olvidando que quien es severo es estricto y no necesariamente está grave. Los dolores de cabeza no son severos sino pronunciados, importantes, marcados o graves. Si el traductor de Óscar Wilde hubiera sido más acucioso, habría tenido en cuenta que el autor quería jugar con las palabras al titular una de sus obras haciendo referencia a un hombre cuya personalidad y nombre resultaron homófonos, como es el caso del «earnest» Ernest. Traducir directamente Ernest a Ernesto sería apropiado en otros contextos, pero un título como «La importancia de llamarse Ernesto», carece de sentido cuando sabemos que «earnest» se refiere a la severidad y exigencia del personaje por el cumplimiento de las normas. Así, como lo ha dicho Emilio Bernal Labrada, una traducción más apropiada habría llamado Severo, y no Ernesto, al personaje central de dicha novela, cuyo título alterno podría haberse mejorado, a «La importancia de ser Severo», pues mantendría el sentido y el juego verbal que Wilde quería imprimirle a su personaje y a su obra.
A veces, con la intención de imprimirle el aire de levedad que se merece una nota como ésta, se prefiere el vocablo en inglés, light, para describir lo ligero. Sin embargo, maltratar el idioma, cualquier idioma, siempre será un desatino. Como es un desatino ignorar el orden correcto de las letras ght en ese vocablo: ¡cuántos no han caído en el error de escribir litgh en vez de light !
Si de verdad no han encontrado una palabra en español con una acepción que les describa satisfactoriamente lo vano, superfluo, veleidoso, vacío, hueco o insustancial, sugiero la forma LITE, aceptada por el uso y con menos probabilidades de ser víctima de una ligereza ortográfica de esas proporciones.
En el lenguaje diario, el espanglish ya se ha implantado en forma definitiva y hasta disparatada. Hemos conjugado nuevos verbos cibernaúticos, como «chatear», «forguardiar» y «deletear». Algunos equipos se «resetean» en vez de apagarlos y volverlos a encender; en nuestra especialidad, ya se ha difundido el verbo «taquear» que supera las fronteras linguísticas y cambia de categoría, pues ya no pertenece al espanglish sino a una nueva lengua, pues significa hacer un «TAC» o tomografía computarizada a un paciente dado (¿Y el paciente de la cama 4?, -pregunta el profesor, -Lo estamos taqueando, -responde el «fellow»). Los alcances de la lengua pueden ser inverosímiles: habría que saber diferenciar entre tacar, taquiar y taquear, y tendríamos que idearnos una manera de explicarle a un mexicano que «tacar burro» no es la manera colombiana de comer tortillas o a un radiólogo italiano que no estamos hablando de una técnica de tomografía axial computarizada de alta resolución pasada por mantequilla…
Para terminar, aclaro que no tengo nada en contra del inglés, ni contra otros idiomas. De hecho, hay algunas expresiones en inglés que me encantan y que uso cuando hablo o escribo en ese idioma, en cuyo caso, evito las palabras no inglesas, recurro a mis diccionarios en inglés y trato el idioma inglés con el mismo respeto que me merece el español. No me opongo a la modernización del idioma español, ni a la castellanización de algunos términos. Aún así, me niego a llamar al género musical que más me divierte con el término alguna vez sugerido por la Real Academia Española: siempre he disfrutado y disfrutaré del Jazz. Creo que el día que acepte escribirlo con ye y una ese, no me quedará más remedio que sedarme con un vaso de güisqui, aunque a dicho licor, escrito de esa manera, probablemente le encuentre un gusto tan amargo como insoportable…
C’est la vie.

miércoles, 6 de junio de 2007

Bizarro

Con frecuencia se utiliza equivocadamente el término «bizarro» para describir eventos o situaciones extrañas.
Una de las más conocidas historietas fantásticas contiene a un personaje ficticio llamado en inglés Bizarro, un doble imperfecto de Súperman que resulta de un error en un experimento. Bizarro vive en una especie de universo paralelo, un planeta cúbico llamado Htrae, que corresponde, en inglés, al nombre de nuestro planeta escrito al revés, el cual podría traducirse como Arreit.

En ese extraño mundo, la lógica es inversa. Bizarro fue creado como un enemigo del superhéroe por el escritor Otto Binder y el artista George Papp. Apareció por vez primera en Superboy No. 68, en octubre de 1958 y como adulto en julio de 1959.

El significado de la palabra francesa bizarre es: raro o curioso. En español, la palabra bizarro significa valiente. Se le conoce un origen italiano en la palabra «bizzarro», que hace referencia a una persona osada e iracunda; también se ha asociado a la palabra vasca «bizarra» que significa barba, quizá como referencia a los furiosos soldados barbudos.

Así, un cuadro clínico «bizarro» sería entonces uno muy «valiente», que podría ejemplificarse (con dificultad) con una herida por arma de fuego y no uno «raro», como podría serlo un fetus in fetu intracerebral (AJNR 1992; 13: 1326-1329).

El descubrimiento del conducto pancreático: un anecdotario de crímenes.

El descubrimiento del conducto pancreático está relacionado con tantos crímenes y delitos, que su historia puede compararse con el libreto de una de esas series televisivas que tanta acogida tienen en la actualidad. Para comenzar este relato, debemos retroceder casi cuatrocientos años: el 1º de marzo de 1642, un hombre llamado Zuane Viaro della Badia cumplió su condena a muerte: fue colgado en la Piazza del Vin, en la ciudad de Padua. Su cadáver fue trasladado al monasterio de San Francisco, donde al día siguiente sería preparado para su disección por los anatomistas de la Universidad de Padua. Es probable que della Badia no estuviera de acuerdo con la norma que permitía la disección anatómica en los condenados a muerte; sin duda, este asesino jamás habría imaginado la magnitud de su contribución a la ciencia médica.
La Universidad de Padua ocupa un importante lugar en la historia de la medicina: en ella se graduaron las primeras mujeres médicas del mundo. Después de las de Bolonia, en Italia, y Leuven, en Bélgica, ambas fundadas en 1214, la tercera universidad del mundo occidental fue la de Padua, inaugurada en 1222 por algunos «disidentes» de la Universidad de Bolonia. El nivel de la investigación en la Universidad de Padua era legendario. Tanto, que Andreas Vesalius quiso trasladarse allí, donde logró grandes avances médicos, refutando los dogmas centenarios proclamados por Galeno.
Vesalio revolucionó la enseñanza de la anatomía humana mediante las disecciones que él mismo efectuaba en cadáveres humanos, a diferencia de la costumbre del momento, donde el disector, o encargado de las disecciones, no requería de conocimientos médicos.
Otro de los renombrados profesores de anatomía de la Universidad de Padua, Johann Wesling, tuvo la oportunidad de nombrar a su Prosector, o asistente de disecciones. Para este cargo, seleccionó a su alumno más prometedor, Johann Georg Wirsung.
Cuando Wirsung se matriculó en la universidad católica de Padua, pudo incurrir en el delito de «falsedad en documento público», pues dijo dos mentiras, quizá para tener mejores posibilidades de ser aceptado: por una parte, a pesar de haber nacido en Augusta (no confundir con Augsburgo), en Bavaria, aseguró provenir de Múnich, por ser ésta una ciudad católica; por otro lado, mintió acerca de su edad, declarando menos años de los que tenía. De ahí pudo haber surgido la confusión en que han incurrido varios historiadores, al considerar que su fecha de nacimiento fue en el año de 1600, cuando en realidad nació en 1589.
Wirsung había estudiado anatomía con Kaspar Hoffman en Altdorf y con el profesor Jean Riolan, hijo, en París. Al día siguiente de la ejecución del asesino della Badia, es decir, el 2 de marzo de 1642, Wirsung efectuó la disección de su cadáver. Al examinar el páncreas, encontró un conducto que lo atravesaba de un extremo al otro, el cual nunca antes había sido descrito en los textos de anatomía. Sin haber reconocido su función, quiso consultar acerca de la naturaleza de dicho conducto, y elaboró un grabado con sus hallazgos en una placa de cobre. De ese detallado dibujo obtuvo siete copias, que envió a los siguientes anatomistas: Ole Worm, Kaspar Hoffmann, Jean Riolan, Severino, Paul Marquart Schlegel, Werner Rolfinck y Johan Georg Volckamer.
Durante la disección en la que Wirsung descubrió el conducto que hoy lleva su nombre, estuvieron presentes dos testigos: Thomas Bartholin y Moritz Hoffmann. Thomas Bartholin era el segundo hijo de Caspar Berthelsen Bartholin y Anna Fincke, y es conocido por sus trabajos sobre el sistema linfático. Las glándulas de Bartholin deben su nombre a Caspar Bartholin II, hijo de Thomas. Thomas Bartholin sufrió de cálculos urinarios; una hermana de Anna Fincke, es decir, tía de Thomas, se casó con Ole Worm, un prominente médico y anatomista danés. Ole Worm fue quien asumió el padrinazgo de Thomas cuando murió Caspar Berthelsen, su padre. Fue precisamente Thomas Bartholin quien envió a Ole Worm, su tío político, la primera de las copias del dibujo original del conducto de Wirsung.
Cinco años después de la muerte de Wirsung, Moritz Hoffmann, el segundo testigo de la famosa disección, mintió al asegurar haber sido el primero en observar el conducto en un pavo (aunque hay quienes aseguran que fue en un gallo de la India), descubrimiento del cual supuestamente informó a Wirsung. Moritz Hoffmann no tiene relación alguna con Kaspar Hoffmann, el profesor de Wirsung que recibió otra de las copias del grabado con el dibujo del conducto recién descubierto.
Los otros cinco destinatarios del dibujo de Wirsung ya fueron mencionados: Jean Riolan, su profesor en París, a quien Wirsung escribió dos veces, sin obtener respuesta; Severino, el famoso anatomista napolitano, quien recibió su copia a través del Dr. Carlo Avanzi; Paul Marquart Schlegel en la ciudad de Hamburgo; Werner Rolfinck en Jena y Johan Georg Volckamer en Nuremburgo. Las dificultades y demoras en la correspondencia internacional de la época (y la ausencia de correo electrónico) pueden explicar el hecho de que algunos profesores recibieran más de una copia de dicho grabado.
Wirsung describió la desembocadura duodenal del conducto, lo encontró en niños y adultos, además de disecarlo en micos, perros, gatos, cerdos y gallinas. Sin embargo, Johann Wirsung nunca supo cuál era su función, como puede dilucidarse de su carta a los profesores consultados: «Nunca encontré sangre en su interior, sólo un fluido turbio que mancha los instrumentos de plata. ¿Debo llamarlo arteria o vena? Solicito humildemente su opinión.»
El 22 de agosto de 1643, ocurrió el más grave de los delitos asociados al descubrimiento del conducto pancreático. Sucedió cerca de la medianoche, «a la hora del Ave María», mientras hablaba con sus vecinos frente a su casa. Uno de sus alumnos, el estudiante Belga Jacques (o Giacomo) Cambier, le disparó con un arcabuz o carabina. Mientras su asesino huía con sus dos cómplices, su pariente Nicasisus Cambier y un tercero desconocido, los testigos oyeron al agonizante Wirsung exclamar «¡Estoy muerto, Oh Cambier, Oh Cambier!»
Aunque nunca se supo a ciencia cierta el motivo del asesinato de Johann Wirsung, una de las teorías más aceptadas es la de que su alumno Cambier quiso robarle la autoría del descubrimiento del conducto pancreático. Sin embargo, esta puede ser una especulación infundada, pues no está claro cuál habría sido el beneficio que Cambier habría obtenido por su delito, crimen que ha pasado a la historia como irresoluto.

Aníbal J. Morillo, MD
Miembro Activo, Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina
Coordinador Académico, Programa de Posgrado en Radiología
Departamento de Imágenes Diagnósticas
Hospital Universitario Fundación Santa Fe de Bogotá

Lecturas recomendadas

Carter R. Assassination of Johann Georg Wirsung (1589-1643): mysterious medical murder in renaissance Padua. World J Surg 1998; 22: 324-326.

Howard JM, Hess W, Traverso W. Johann Georg Wirsung (1589-1643) and the
pancreatic duct: the prosecutor of Padua, Italy. J Am Coll Surg 1998;187(2):201-11.

Pai, S.A.: Death and the doctor. J Can Med Assoc 2002; 167(12) 1377-1378.

Nota Histórica publicada en la Revista Colombiana de Radiología 2006; 17(1): 1906-1907.