miércoles, 6 de junio de 2007

El descubrimiento del conducto pancreático: un anecdotario de crímenes.

El descubrimiento del conducto pancreático está relacionado con tantos crímenes y delitos, que su historia puede compararse con el libreto de una de esas series televisivas que tanta acogida tienen en la actualidad. Para comenzar este relato, debemos retroceder casi cuatrocientos años: el 1º de marzo de 1642, un hombre llamado Zuane Viaro della Badia cumplió su condena a muerte: fue colgado en la Piazza del Vin, en la ciudad de Padua. Su cadáver fue trasladado al monasterio de San Francisco, donde al día siguiente sería preparado para su disección por los anatomistas de la Universidad de Padua. Es probable que della Badia no estuviera de acuerdo con la norma que permitía la disección anatómica en los condenados a muerte; sin duda, este asesino jamás habría imaginado la magnitud de su contribución a la ciencia médica.
La Universidad de Padua ocupa un importante lugar en la historia de la medicina: en ella se graduaron las primeras mujeres médicas del mundo. Después de las de Bolonia, en Italia, y Leuven, en Bélgica, ambas fundadas en 1214, la tercera universidad del mundo occidental fue la de Padua, inaugurada en 1222 por algunos «disidentes» de la Universidad de Bolonia. El nivel de la investigación en la Universidad de Padua era legendario. Tanto, que Andreas Vesalius quiso trasladarse allí, donde logró grandes avances médicos, refutando los dogmas centenarios proclamados por Galeno.
Vesalio revolucionó la enseñanza de la anatomía humana mediante las disecciones que él mismo efectuaba en cadáveres humanos, a diferencia de la costumbre del momento, donde el disector, o encargado de las disecciones, no requería de conocimientos médicos.
Otro de los renombrados profesores de anatomía de la Universidad de Padua, Johann Wesling, tuvo la oportunidad de nombrar a su Prosector, o asistente de disecciones. Para este cargo, seleccionó a su alumno más prometedor, Johann Georg Wirsung.
Cuando Wirsung se matriculó en la universidad católica de Padua, pudo incurrir en el delito de «falsedad en documento público», pues dijo dos mentiras, quizá para tener mejores posibilidades de ser aceptado: por una parte, a pesar de haber nacido en Augusta (no confundir con Augsburgo), en Bavaria, aseguró provenir de Múnich, por ser ésta una ciudad católica; por otro lado, mintió acerca de su edad, declarando menos años de los que tenía. De ahí pudo haber surgido la confusión en que han incurrido varios historiadores, al considerar que su fecha de nacimiento fue en el año de 1600, cuando en realidad nació en 1589.
Wirsung había estudiado anatomía con Kaspar Hoffman en Altdorf y con el profesor Jean Riolan, hijo, en París. Al día siguiente de la ejecución del asesino della Badia, es decir, el 2 de marzo de 1642, Wirsung efectuó la disección de su cadáver. Al examinar el páncreas, encontró un conducto que lo atravesaba de un extremo al otro, el cual nunca antes había sido descrito en los textos de anatomía. Sin haber reconocido su función, quiso consultar acerca de la naturaleza de dicho conducto, y elaboró un grabado con sus hallazgos en una placa de cobre. De ese detallado dibujo obtuvo siete copias, que envió a los siguientes anatomistas: Ole Worm, Kaspar Hoffmann, Jean Riolan, Severino, Paul Marquart Schlegel, Werner Rolfinck y Johan Georg Volckamer.
Durante la disección en la que Wirsung descubrió el conducto que hoy lleva su nombre, estuvieron presentes dos testigos: Thomas Bartholin y Moritz Hoffmann. Thomas Bartholin era el segundo hijo de Caspar Berthelsen Bartholin y Anna Fincke, y es conocido por sus trabajos sobre el sistema linfático. Las glándulas de Bartholin deben su nombre a Caspar Bartholin II, hijo de Thomas. Thomas Bartholin sufrió de cálculos urinarios; una hermana de Anna Fincke, es decir, tía de Thomas, se casó con Ole Worm, un prominente médico y anatomista danés. Ole Worm fue quien asumió el padrinazgo de Thomas cuando murió Caspar Berthelsen, su padre. Fue precisamente Thomas Bartholin quien envió a Ole Worm, su tío político, la primera de las copias del dibujo original del conducto de Wirsung.
Cinco años después de la muerte de Wirsung, Moritz Hoffmann, el segundo testigo de la famosa disección, mintió al asegurar haber sido el primero en observar el conducto en un pavo (aunque hay quienes aseguran que fue en un gallo de la India), descubrimiento del cual supuestamente informó a Wirsung. Moritz Hoffmann no tiene relación alguna con Kaspar Hoffmann, el profesor de Wirsung que recibió otra de las copias del grabado con el dibujo del conducto recién descubierto.
Los otros cinco destinatarios del dibujo de Wirsung ya fueron mencionados: Jean Riolan, su profesor en París, a quien Wirsung escribió dos veces, sin obtener respuesta; Severino, el famoso anatomista napolitano, quien recibió su copia a través del Dr. Carlo Avanzi; Paul Marquart Schlegel en la ciudad de Hamburgo; Werner Rolfinck en Jena y Johan Georg Volckamer en Nuremburgo. Las dificultades y demoras en la correspondencia internacional de la época (y la ausencia de correo electrónico) pueden explicar el hecho de que algunos profesores recibieran más de una copia de dicho grabado.
Wirsung describió la desembocadura duodenal del conducto, lo encontró en niños y adultos, además de disecarlo en micos, perros, gatos, cerdos y gallinas. Sin embargo, Johann Wirsung nunca supo cuál era su función, como puede dilucidarse de su carta a los profesores consultados: «Nunca encontré sangre en su interior, sólo un fluido turbio que mancha los instrumentos de plata. ¿Debo llamarlo arteria o vena? Solicito humildemente su opinión.»
El 22 de agosto de 1643, ocurrió el más grave de los delitos asociados al descubrimiento del conducto pancreático. Sucedió cerca de la medianoche, «a la hora del Ave María», mientras hablaba con sus vecinos frente a su casa. Uno de sus alumnos, el estudiante Belga Jacques (o Giacomo) Cambier, le disparó con un arcabuz o carabina. Mientras su asesino huía con sus dos cómplices, su pariente Nicasisus Cambier y un tercero desconocido, los testigos oyeron al agonizante Wirsung exclamar «¡Estoy muerto, Oh Cambier, Oh Cambier!»
Aunque nunca se supo a ciencia cierta el motivo del asesinato de Johann Wirsung, una de las teorías más aceptadas es la de que su alumno Cambier quiso robarle la autoría del descubrimiento del conducto pancreático. Sin embargo, esta puede ser una especulación infundada, pues no está claro cuál habría sido el beneficio que Cambier habría obtenido por su delito, crimen que ha pasado a la historia como irresoluto.

Aníbal J. Morillo, MD
Miembro Activo, Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina
Coordinador Académico, Programa de Posgrado en Radiología
Departamento de Imágenes Diagnósticas
Hospital Universitario Fundación Santa Fe de Bogotá

Lecturas recomendadas

Carter R. Assassination of Johann Georg Wirsung (1589-1643): mysterious medical murder in renaissance Padua. World J Surg 1998; 22: 324-326.

Howard JM, Hess W, Traverso W. Johann Georg Wirsung (1589-1643) and the
pancreatic duct: the prosecutor of Padua, Italy. J Am Coll Surg 1998;187(2):201-11.

Pai, S.A.: Death and the doctor. J Can Med Assoc 2002; 167(12) 1377-1378.

Nota Histórica publicada en la Revista Colombiana de Radiología 2006; 17(1): 1906-1907.