viernes, 9 de mayo de 2008

El quinto rinoceronte. La insólita aparición de un extraño mamífero en el mundo del arte y la anatomía.

En 1515, llegó a Lisboa el que fuera considerado como el primer ejemplar vivo de un rinoceronte en visitar el continente europeo. Este magnífico animal indio se llamaba Ganda, nombre impuesto en el idioma gujerati, derivado del sánscrito. Aunque es probable que algunos rinocerontes africanos hubieran sido exhibidos por los romanos en la capital de su imperio, Ganda sigue ostentando el título del ser el primero, quizá por la fama alcanzada luego de que fuera representado gráficamente por el artista alemán Durero. A pesar de sus obvias imprecisiones, el grabado ha sido considerado como la más influyente imagen de un animal en la historia del arte.


El primer rinoceronte, según grabado de Alberto Durero, quien lo dibujó sin haberlo visto. Imagen de dominio público.

Como dato curioso, el dibujo se basó en descripciones, pues Durero nunca conoció a Ganda. Desde Portugal, el rey Manuel I, en busca del fortalecimiento de sus relaciones comerciales, lo envió como un obsequio a Italia, pero el regalo nunca llegó a su destinatario, el Papa León X, pues el barco que transportaba al exótico ejemplar naufragó cerca a Porto Venere, en la costa de la región Liguria italiana, en 1516.
El rinoceronte de la India (Rhinoceros unicornis) es un fascinante mamífero unicorne cuyas patas característicamente tienen un número impar de dedos. Aunque la zoología científica nació hacia 1500, el estado de la ciencia en ese entonces no había sido capaz de desechar las leyendas de animales con poderes magníficos, cuya principal característica era la de poseer un cuerno entorchado, con propiedades medicinales. La solidez de la imagen popular del unicornio se basa en su cuerno único. Plinio lo describió con cuerpo de caballo, cabeza de ciervo, pies de elefante y cola de jabalí. En el imaginario medieval, el unicornio se asemejó con caballos, carneros, leopardos, zorros y liebres. Por su fuerza extraordinaria, para cazar al unicornio había que recurrir a una treta casi mágica: era necesario exponerlo ante una mujer virgen para que el animal saltara instintivamente a su regazo. Si la mujer no era pura, el unicornio la mataría con su cuerno. Por su cuerno de la salvación, la imagen del unicornio se ha asimilado a la de Cristo.
Hacia 1555, la descripción del narval por los exploradores del círculo ártico sirvió para fortalecer esta leyenda, probablemente basada en descripciones noveladas del rinoceronte indio, y reforzada por la creciente disponibilidad de cuernos entorchados que podían usarse como un cáliz, capaz de neutralizar cualquer veneno que se sirviera en dicha copa. Sólo hasta 1638 fue aclarada la leyenda del unicornio, por el médico y naturalista danés Ole Worm, a quien debemos la descripción de los huesos wormianos del cráneo, y quien fuera mencionado en una nota histórica previa por su relación indirecta con el descubrimiento del conducto de Wirsung en el páncreas.
El cuerno del narval (Monodon monoceros) corresponde realmente a su incisivo central izquierdo. A diferencia del mamífero cetáceo, el cuerno del rinoceronte carece de un núcleo óseo, y está compuesto por fibras de queratina, similares a una aglomeración de pelos. Las leyendas acerca del cuerno del rinoceronte incluyen sus propiedades medicinales y afrodisíacas, lo cual hizo que dichos cuernos fueran muy codiciados. Muchos rinocerontes han sido mutilados en busca de estas propiedades de sus cuernos. De los rinocerontes también se ha dicho que tienen una capacidad innata para detectar el fuego, y que poseen la inclinación instintiva de pisotear cualquier hoguera para apagarla. Aunque no parece existir evidencia científica de esta inclinación de bombero, esta leyenda ha trascendido hasta la cultura popular.
En Malayo, el rinoceronte es llamado badak. Quizá por adaptación fonética, el nombre del segundo ejemplar de este fascinante mamífero cornudo que visitó Europa, fue una hembra conocida como Abada, o Bada, y perteneció al rey Felipe II, de la corte española.
El rinoceronte que hoy nos ocupa es el quinto ejemplar en llegar a Europa. Se trataba de una hembra, llamada Clara. En 1738, cuando apenas tenía un mes, los padres de Clara fueron asesinados por cazadores en su natal India.



Rinoceronte indio en cautiverio. Zoológico de Filadelfia. Foto ©AJ Morillo, 1993.


La rinoceronte fue adoptada por el director de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie), el comerciante Jan Albert Sichterman. Clara, la rinoceronte, era un dócil ejemplar a quien se le permitía vagar libremente por la casa. En 1740, Clara pasó a manos de su nuevo dueño, Douwemout van der Meer, capitán del navío Knapenhof, en el cual Clara llegó al continente europeo. Desembarcó en Rotterdam el 22 de Julio de 1741, donde fue exhibida públicamente. En 1742 hizo su entrada al mundo de la anatomía, cuando fue dibujada por Jan Wandelaar, el ilustrador del anatomista Bernhard Albinus, como fondo de acompañamiento para un modelo detallado de la anatomía de los músculos profundos del cuerpo humano. En la siguiente placa de esa serie, que corresponde a una vista posterior de los mismos músculos, Clara es dibujada desde su cuarto trasero. Aunque se trataba de un dibujo científico, Clara ingresó, a través de la anatomía, al mundo del arte. Pero los viajes de Clara apenas comenzaban. En 1743, van der Meer la llevó a Bruselas, y un año más tarde la exhibió en Hamburgo. La primavera de 1746 la pasó en Hanover, de allí viajó a Berlín, donde fue visitada por Federico II de Prusia. A finales de ese año recibiría otra ilustre visita en Viena, de parte del emperador Francisco I y la emperatriz María Teresa. En 1747, hizo una nueva gira por el sur de Alemania; en Dresde hizo una nueva escala artística, pues allí posó para Johann Kaendler, de la fábrica de porcelanas Meissen. Augusto II, Rey de Polonia, la visitó en abril de ese año. Al llegar a Leipzig, Clara fue invitada por Federico II al naranjal del castillo de Kassel. En 1748 hizo una parada en Wurzburgo, ciudad donde fueron descubiertos los rayos X. En 1749 Luis XV la recibió en el palacio de Versalles. Su estadía en París causó gran sensación: poetas y cantores la evocaron en sus obras. Un navío francés fue bautizado Rhinocéros en su honor. En un nuevo viaje al mundo del arte pictórico, Jean Baptiste Oudry la dibujó al óleo, en tamaño natural. Del arte volvió a la ciencia, pues un dibujo suyo, basado en la pintura de Oudry, hizo parte de las láminas de la enciclopedia de Diderot y de la Historia Natural de Buffon. En 1956, Salvador Dalí creó una escultura llamada Rinoceronte vestido con puntillas. La combinación de los principios de la filosofía existencial con elementos dramáticos, da origen al Teatro del Absurdo, el cual presenta un mundo que no puede explicarse de manera lógica. Uno de los primeros ejemplos de esta modalidad teatral es El Rinoceronte, del rumano Eugene Ionesco, quien en 1958 crea un personaje central que encuentra que todas las personas de su pueblo se transforman paulatinamente en rinocerontes.
A diferencia del destino de Ganda, el viaje de Clara a Italia no terminó en naufragio. Clara visitó Nápoles y Roma, donde perdió su cuerno. Clara fue la estrella del carnaval de Venecia de 1751, y allí fue retratada por Pietro Longhi. A finales de 1751, sería visitada en Londres por la familia real británica.
Clara, la rinoceronte, murió el 14 de abril de 1758 en Londres.



El cuarto orden de los músculos. Vista frontal. Sin un mensaje diferente a la maravilla de la naturaleza y su creación divina, la rareza de la bestia se vuelve ornamental en sí misma. El rinoceronte ingresa al mundo de la anatomía a través del arte de Jan Wandelaar, ilustrador del anatomista Bernhard Albinus. Reproducida, con autorización, de: Hale RB, Coyle, T. Albinus on anatomy. Dover Publications Inc. NY, 1979.


Lecturas recomendadas
Hale RB, Coyle, T. Albinus on anatomy. With 80 original Albinus plates. Dover Publications Inc. NY, 1979.
Izzi, M. Diccionario ilustrado de los monstruos. Angeles, diablos, ogros, dragones, sirenas y otras criaturas del imaginario. Alejandria. Jose J de Olañeta (Ed.) Palma de Mallorca, 1996.
Ridley, G: Clara's Grand Tour: Travels with a Rhinoceros in Eighteenth-Century Europe, Atlantic Monthly Press, New York, 2005.
Rifkin BA, Ackerman MJ, Folkenberg, J: Human Anatomy (From the Renaissance to the Digital Age). Harry N Abrams, Inc., New York, 2006.


Nota Histórica aceptada para su publicación en la Revista Colombiana de Radiología, vol 18, No. 1.