domingo, 24 de abril de 2016

Fe y ciencia



Reflexiones desde una postura agnóstica sobre la relación entre ciencia y creencia.
«Los problemas a los que nos enfrentamos no pueden ser resueltos con el mismo nivel de inteligencia o de imaginación que los crearon». - Albert Einstein.
La fe y la ciencia requieren de niveles de imaginación superior y mutuamente excluyente. No es imaginativo ni original cambiar de idea o convicción; de hecho, para algunos puede parecer ridículo que un creyente de la fe cristiana termine eliminando un concepto mesiánico al convertirse en un convencido de la religión judía. Con el estado de las relaciones entre musulmanes, cristianos y judíos (por mencionar sólo algunos grupos de fe), resulta casi humorístico descubrir miembros de esas creencias que se trasladan impunemente de una fe a la otra, incluso con fervor.
Tampoco es necesariamente contradictorio tomar porciones de distintas creencias para satisfacer una necesidad religiosa o científica. Sin embargo, me resulta sorprendente que existan científicos que sugieren que la fe no excluye la ciencia y que se puede ser científico y religioso a la vez. A pesar de trabajar con base en evidencias reproducibles, hay científicos para quienes las apariciones y milagros tienen la misma validez que las observaciones juiciosas en ambientes que pretenden ser estrictamente controlados, como los de un laboratorio.
Los textos que rigen a las creencias no fueron escritos con fuego ni sobre piedra y fueron creados por personas. Sugerir que no se pueden tomar como analogías, ejemplos o parábolas, puede imprimirles una connotación de inverosimilitud que puede ser contraproducente, al hacer más difícil separar la mitología de la religión. Que un dictamen no se pueda controvertir puede hacer más fácil que se dude de él. Por otra parte, si una prueba resiste la controversia, puede hacerse más fuerte su veracidad. Los textos que fundamentan los hechos tampoco son definitivos, y fueron creados por personas. Sugerir que la ciencia no ha tenido fallas y que sus teorías siempre son incontrovertibles es también inverosímil. ¿Se pueden entonces, tomar principios y creencias para sustentar hechos y convicciones?
La ciencia es prejuicio. No es posible sino lo que se demuestra o se prueba. Ver para creer no siempre aplica, pues hay fenómenos reproducibles que no vemos. El corolario es la demostración teórica, que puede confudirse con la premonición. Hay mentes que han sugerido teorías que en su momento fueron descartadas por extravagantes o imposibles, pero que luego fueron verificadas, cuando la tecnología lo ha permitido. En esos casos, no ha hecho falta recurrir al ilusionismo o a los trucos de magia; el tiempo ha sido el que ha ayudado a determinar que algo sorprendente o inverosímil pueda resultar obvio.
La fe es prejuicio. Ver para creer resulta una necedad. No hay necesidad de argumentos reales, aunque ocasionalmente se presenten posturas teóricas que parezcan abiertas o reflexivas, o instancias donde parecería haber espacio para la duda. Todo es posible.
La ciencia es ciega, la fe reveladora. Un científico no religioso puede estar cerrando sus ojos para evitar ver la luz. No es original, ni parece muy imaginativo.
La fe es ciega; la ciencia reveladora. Un científico religioso es como un voyerista ciego. Tampoco es muy original, pero ciertamente es imaginativo.