viernes, 26 de septiembre de 2025

 Tertulias 2024 – 2025 (Año 16)

    Luego de un periodo de inactividad, intento retomar la vieja y autoimpuesta costumbre de reseñar las lecturas de cada año en el grupo de tertulias. Este grupo fue interrumpido por factores externos, como la pandemia y el confinamiento, que hizo que por un tiempo no pudiéramos reunirnos para compartir nuestras lecturas, pues la escencia de este grupo ha sido siempre la de tener un espacio común para compartir y hablar de los libros que leímos, pero también hablar de cualquier otro tema, siempre alrededor de algunas viandas y vinos. Nuestro club de lectura sobrevivió a esos tiempos de aislamiento, en los cuales las reuniones en cada uno de nuestros trabajos eran remotas, reuniones frías, que carecían de gracia.

    A diferencia de nuestras tertulias, muchas reuniones de trabajo en esos tiempos tuvieron un sentido de obligatoriedad que les restaban el interés y la calidez que fueron siempre la marca de nuestro grupo. A pesar de que pudimos reunirnos ocasionalmente, cada vez que las autoridades locales consideraban prudente levantar las restricciones de las interacciones sociales, la presión del trabajo diario siempre estuvo matizada por una especie de melancolía, en la que yo no encontraba ánimo o inspiración para continuar con estas reseñas.

    He aquí entonces el resumen de lo leído en el último año en este club, en el que tenemos nuevos miembros, otras mentes también provenientes de diferentes disciplinas, que hacen que este grupo siga siendo una actividad maravillosa, que ha fortalecido nuestros lazos de amistad y camaradería.

    En este último periodo anual (2024 - 2025), leímos los siguientes ocho libros:

·         - Retrato de casada, de Maggie O’Farrell

·         - El fin de la tristeza, de Alberto Barrera Tyszka

·         - Imposible decir adiós, de Han Kang

·         - Un perro de carácter, de Sándor Márai

·         - Los vulnerables, de Sigrid Nunez

·         - Kokoro, de Natsumo Sozeki

·         - Servir a los ricos, de Alizée Delpierre

·            Mis últimos diez minutos y treinta y ocho segundos en este extraño mundo, de Elif Shafak

    A continuación, una breve descripción de cada una de estas lecturas:

Retrato de casada

La novelista irlandesa Maggie O’Farrell escribe una novela histórica, basada en la vida de Lucrezia de Médici, a quien recrea en su ficción como una niña inocente, pero muy inteligente y con dotes artísticas. Atrapada en la Italia renacentista del siglo XVI, la protagonista es Lucrezia, quien es obligada a casarse por conveniencia con Alfonso II d’Este, duque de Ferrara, para consolidar su poder y para que pueda darle descendencia, con lo cual mantendría el dominio de sus tierras. En esta novela, O’Farrell describe un mundo de intrigas y pasiones, y hace un retrato del papel de la mujer en esa época, reflejo del poder masculino preponderante.

Desde la sinopsis del libro, el lector se entera de que la protagonista muere, y que se sospecha que falleció por envenenamiento de parte del marido, con el fin de volver a casarse y lograr su objetivo de tener un hijo que consolidara su patriarcado. Con una prosa emotiva, la autora logra situar al lector en una época pasada, a través de detalladas descripciones y retratos de los personajes que la rodean. Los rumores comienzan con el duque, quien nunca ha logrado embarazar a ninguna de sus amantes. Lucrezia trata de acudir a su madre para escapar de su destino, pero ella está de acuerdo con que su hija cumpla el papel reproductivo que se le ha asignado, con beneficio para las dos familias. La joven de espíritu libre es obligada a adaptarse a una realidad represiva, en la que no tendrá la  posibilidad de expandir sus horizontes. Fue separada de su nana y cómplice cuando se casó con Alfonso, por lo cual tampoco puede acudir a su ayuda para escapar de esta situación. Como era la costumbre de la época, su marido encomienda un retrato de su esposa, para exhibirlo como trofeo ante la sociedad que lo rodea. Ese «retrato de casada» es elaborado por un pintor ficticio, inspirado en Il Bronzino, quien fuera el autor real del retrato de Lucrezia de Médici. 

En ese opresivo universo, Lucrezia encuentra una nueva cómplice con la que trama su huída de la jaula de oro que es el palacio de su esposo. La detallada narración toma entonces matices de suspenso, en los que se mantiene la atención en busca de una respuesta: ¿logrará escapar Lucrezia a la dominación de Alfonso?  El final toma un giro inesperado…

El fin de la tristeza.

El escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka presenta una novela que explora el límite entre la realidad y la ficción, a través del protagonista, Gabriel Medina, un personaje insulso, con traumas y tristezas propias, que vive en un país opresivo. Explora, quizá de manera superficial, temas como la depresión y la terapia psicológica, y de cómo algunos eventos externos pueden afectar la salud mental de un individuo. Escrita en tiempos modernos, donde las redes sociales y los medios de comunicación juegan un importante papel en la divulgación de la información, Gabriel encuentra elementos que nutren sus fantasías y frustraciones. Es una especia de crítica velada a la manera cómo se consume la información, especialmente a través de las redes sociales, y cómo esta información puede afectar la percepción de la realidad. En una narración que parece cubrir solo unos pocos días, la vida de Gabriel pasa de ser sencilla a trágica; de una vida simple y rutinaria, el protagonista descubre, a través de las noticias, que su psiquiatra ha sido acusada de homicidio. El piso que sostiene su mundo se demorona ante sus pies. Gabriel tiene que buscar una salida, que incluye una fantasiosa relación con una persona que apenas conoce. La narración resulta algo atropellada y la ficción resulta un poco inverosímil, por decir lo menos. No queda claro si se logra resolver cuánto de lo que se narra sucedió realmente y cúanto fue una vivencia real del protagonista, una persecución real de parte de las fuerzas del orden, o una elucubrada por una mente demasiado imaginativa, matizada por su triste vida.  

Imposible decir adiós.

De la premio Nobel Han Kang, cuya prosa es bella y profunda, la autora coreana elabora una historia de amistad que gira alrededor de un terrible hecho histórico: la masacre de Jeju, ocurrida poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, donde unas treinta mil personas fueron ejecutadas. Durante décadas, estuvo prohibido hablar siquiera acerca de este hecho, bajo pena de cárcel.

El estilo de Kang es evocador y sensorial, sus palabras llegan a la piel, donde se puede sentir el frío que describe en sus páginas. Mediante una historia aparentemente sencilla, en la que dos amigas se reúnen luego de que una de ellas, Inseon, sufre un accidente mientras trabaja en un proyecto de esculturas que se inspira en una pesadilla de la otra, Gyeongha. La autora logra hacer una novela de denuncia, pero también una muy bella y conmovedora descripción de la amistad entre estas dos mujeres dedicadas a dos facetas distintas del arte, una es carpintera, la otra es escritora. La carpintera es trasladada a un hospital en Seúl, muy lejos de su casa, y le encarga a su amiga escritora la tarea de cuidar a su cotorra Ama; en realidad, son dos cotorras, pero la otra, Ami, murió.

La simbología de Kang aproxima las dos cotorras a las dos amigas que protagonizan la narración.  Entre lírica y onírica, la novela es una oda a la amistad, matizada por los terribles acontecimientos que dan origen a las pesadillas de Gyeongha y por el accidente sufrido por Inseon mientras trata de construír una obra artística que evoque esa misma masacre.

Un perro de carácter

El gran escritor húngaro Sándor Márai escribió en 1932 una novela que recientemente fue traducida al español, en la que presenta una reflexión  acerca de la naturaleza humana y las relaciones entre las personas.

Con su mirada perspicaz, Márai hace un retrato de la sociedad de entreguerras en Budapest. El libro comienza hacia la Nochebuena de 1928, cuando el protagonista decide comprar un regalo a su esposa, a la que no se refiere por su nombre, sino simplemente con el apelativo de «la señora». Ya habían acordado, desde hacía unos años, no intercambiar regalos en estas fechas, para evitar afectar sus escasos recursos. Así, su esposa no espera recibir ningún regalo especial, excepto quizá algo que sea a la vez útil e innecesario, posiblemente algo de piel.

El esposo consigue un cachorro, supuestamente un pastor húngaro, una raza típica de ese país, que parece ser simpático y promete ser motivo de alegría para esa casa. En todo caso, está entre lo innecesario y lo útil, y, sobretodo, es de piel y puede dar calor. Parece una fábula, que se centra en el punto de vista del cachorro, pero también narrada desde el punto de vista de su dueño. Muestra cómo la paciencia y el cariño pueden ser armas eficaces para luchar cuando no se sabe qué hacer ante una situación en la que la única salida puede ser perdonar.

En un momento dado, el perro resulta tener carácter y se convierte en un ser indomable, como símbolo de la rebeldía que a veces aflora entre los seres humanos. El autor llega incluso a proponer que sea abordado como en un psicoanálisis, abordaje que merece la autocrítica sarcástica de Márai. Se dice que es una novela autobiográfica, que refleja las relaciones humanas en una sociedad en crisis. Como en sus otras obras, Márai recurre a su elegancia de estilo y a sus matices irónicos para describir esta nueva relación en la que decide embarcarse, una historia que concluye con una moraleja que propone que lo que amamos no es necesarimente lo hermoso y lo bueno, sino lo que gruñe y nos muestra los dientes…

Los vulnerables

La escritora neoyorquina Sigrid Nunez presenta otra novela de amistad, centrada alrededor de una tragedia de los tiempos modernos, la del confinamiento por la pandemia del COVID-19. La narradora termina cuidando a un loro llamado Eureka, propiedad de una amiga suya, que tiene un apartamento en la ciudad de Nueva York. En su apartamento deja a su mascota, donde vive en arriendo un joven estudiante. Por cuestiones prácticas, resulta más conveniente para la protagonista mudarse a ese amplio apartamento, donde comparte unos espacios con el estudiante y con el loro que ambos terminan cuidando. Hace una reflexión acerca de la fragilidad de las relaciones humanas y el impacto que tuvo un hecho inusual, como la pandemia, en nuestras vidas. Con un estilo fragmentado, que a veces resulta difícil de seguir, Nunez presenta un tema de gran profundidad, que hace reflexionar acerca de las relaciones humanas y los temas de amistad y cuidado, en un entorno citadino, pero enmarcado en una situación de confinamiento que nos afectó a todos de una u otra manera. Todos resultamos vulnerables en ese momento, y cada uno tuvo su propia vivencia del aislamiento, de la empatía y de las relaciones interpersonales. Todos tuvimos un espacio propio y uno común, en el cual convivimos con diferente grado de temor hacia los demás y hacia uno mismo, así como la posibilidad de que pudiéramos afectar la salud de los que nos rodeaban. Sigrid Nunez hace referencia a varias obras literarias, una especie de insinuación acerca de cómo la literatura puede ser de gran ayuda para la experiencia vital. Su estilo es preciso, sin tantos ornamentos, con un tono directo que lleva de la mano al lector, aunque ocasionalmente parece enredarse por algunos vericuetos curiosos, como las citas literarias ya descritas, o las alusiones a la belleza de los nombres de las flores, en contraposición a los nombres de las malas hierbas.

Al final, aunque el loro es la excusa para unir el ambiente de convivencia entre dos personajes que no se conocían, no queda muy claro el papel de ese animal en la narración, papel que parecería ser prescindible.

 Kokoro

Una novela japonesa clásica del escritor Natsumo Sozeki, publicada en 1914, en la que explora temas como la amistad, el deseo, la culpa y la traición, enmarcada en el estoicismo de la sociedad japonesa de comienzos del siglo XX. Una reflexión acerca de la tradición y la modernidad, que refleja algunos de los cambios sociales y culturales que sufrió ese país.

A un joven estudiante le llama la atención el porte y la aparente sabiduría de un señor mayor que él, a quien descubre de casualidad en una playa. Decide que ese señor desconocido puede ser su maestro o sensei (a lo largo de la narración se refiere a él siempre como sensei, sin mencionar su nombre), una especie de guía y de figura paterna a la vez, aunque el joven tiene a su padre vivo, en un pueblo rural distante de la ciudad. El joven se acerca a el señor en busca de convertirlo en su mentor, aunque al principio el «maestro» no parece muy interesado en entablar una amistad u otro tipo de relación con el joven. La novela tiene un ritmo pausado, estoico, como en el estereotipo de la sociedad japonesa, pero también melancólico y pesimista. A medida que se avanza por este lento camino, se revelan algunos antecedentes del sensei y de su alumno, con algunos matices sobre la familia del joven, así como los antecedentes del mismo sensei, con una detallada descripción de una relación de amistad que tuvo cuando era joven, quizá de la misma edad de quien ahora quería recibir su sabiduría. Se revela entonces una especie de traición que llevó al trágico final de esa antigua amistad, y se plantean algunas reflexiones, como el posible arrepentimiento y la culpabilidad por haber llevado esa amistad a su triste desenlace. La novela presenta un retrato de la sociedad japonesa en un momento de transición entre lo tradicional y lo moderno, y lleva a reflexionar acerca de las relaciones humanas, familiares y de amistad. Kokoro es una palabra de difícil traducción del japonés, pues puede significar literalmente «corazón», pero denota también la complejidad del alma humana y hace referencia a la espiritualidad y a la esencia de las cosas. Podría equipararse al concepto melancólico, nostálgico o de añoranza de la palabra portugeusa y gallega saudade, que también hace referencia a la soledad, así como a la sensación de triste sobrecogimiento que se asocia a los blues de la cultura musical afroamericana, originada en el sur de los Estados Unidos.

Servir a los ricos

Se trata de un ensayo, no de una obra de ficción. Se ha descrito como un  estudio entre sociológico y periodístico, que describe una investigación acerca de la relación entre el servicio doméstico y sus empleadores, en este caso, siempre de personas de grandes fortunas. Alizé Delpierre revela algunos detalles que no sorpenden, acerca del abuso sobre el servicio doméstico, que trabaja durante extenuantes jormadas que a veces no tienen fin, a cambio de un sueldo muy alto, lo que constituye una «explotación dorada». La autora incluye una parte en la que juega el papel de niñera, para adentrarse en este mundo de un nivel económico muy superior al de otros puestos, que suelen tener menor ingreso, pero también mejores condiciones laborales. Los salarios tan altos sirven para mantener cautiva – y esclavizada– a un grupo de personas que deben estar disponibles a toda hora para cumplir con los caprichos de sus empleadores, incluso al abuso físico y psicológico que implica servir sin descanso y sin otras prebendas, aunque esta relación abusiva esté camuflada por los gruesos salarios recibidos.  La autora hace referencia al libro Canción Dulce, de Leila Slimani, que habiamos conocido en este grupo de lectura, en el cual una niñera «perfecta» termina asesinando a los niños que ha sido contratada para cuidar, como se revela desde el comienzo de ese libro, para que no resulte sorprendente. En este caso, Delpierre presenta una obra de no ficción, en la que presenta algunos detalles reveladores acerca de este tipo de empleados y sus empleadores, así como las tensas relaciones entre las dos partes, siempre por el poder que los segundos ejercen sobre los primeros, basado en un pago que puede ser exorbitante, y que definitivamente permite a esta servidumbre, en muchos casos conformada por migrantes, ahorrar y enviar dinero a sus familias en sus países de origen. Claramente una relación abusiva, que también llega a ser de maltrato, pero sin que la investigación haya revelado, en mi opinión, información nueva. Este relato periodístico tampoco resulta en acciones tangibles que permitan suponer que la contratación de este tipo de personal vaya a cambiar, ni que las condiciones de abuso laboral vayan a mejorar en ese ámbito de tan alto nivel económico y remunerativo. Para mí, esto hace que la investigación parezca inútil…

Mis últimos diez minutos y treinta y ocho segundos en este extraño mundo

La escritora turco-inglesa Elif Shafak se basa en una teoría «científica», según la cual, después de la muerte, el cerebro parece seguir con actividad eléctrica durante unos diez minutos y medio. Esa actividad cerebral, que no parece equipararse a un estado real de conciencia, ha sido detectada en algunos pocos casos de muerte intrahospitalaria, en la que se ha podido obrtener un registro de ondas cerebrales durante un tiempo considerado largo, de hasta diez minutos después del cese de las funciones vitales. Según esos hallazgos, algunos científicos han sugerido que este tipo de actividad  cerebral podría explicar las narraciones de personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, como sería el caso de pacientes que entran en paro cardiorrespiratorio, que luego son reanimados con éxito y sobreviven después de un evento de estos.  

Algunos de esos pacientes cuentan que recuerdan detalles de toda su vida, que visualizan como una «película» en la que pueden recrear toda su vida en instantes. Con esta teoría como sustento, la autora recrea la vida de Leila, una prostituta, que es asesinada al comenzar la narración. Su cerebro, activo por unos minutos, permite recrear los recuerdos de su vida, pero con algunos saltos temporales que hacen que la historia, por momentos, sea difícil de seguir. Esta origonal narración se divide en tres partes: la mente, el cuerpo y el alma.

La mente se encarga de narrar la vida de la protagonista, según esa teoría de la persistencia de la actividad cerebral durante unos minutos después de la muerte biológica, donde su corazón ya se ha detenido.

La protagonista revela los detalles de su vida y de la manera cómo llega a Estambul. Cada capítulo avanza por los minutos siguientes a su asesinato, donde evoca recuerdos sensoriales, especialmente centrados en el sentido del gusto, como el de los guisos de cabra, el limón, la sandía y el café con cardamomo, entre otros. Sus recuerdos nos revelan su relación de amistad con las cinco personas más cercanas de su entorno. Estos amigos van a ser cruciales para el desarrollo del resto de esta historia, que está centrada en una época real, con la inclusión de algunos detalles históricos, lo cual de confiere cierta autenticidad a la misma. Además de los amigos de la protagonista, la ciudad de Estambul juega definitivamente un papel protagónico en esta narración.

La segunda parte del libro muestra la aventura de los amigos íntimos de Leila, en su afán por recuperar su cuerpo, para evitar que temine en el Cementerio de los Solitarios, un lugar real en la ciudad turca donde se desarrolla esta historia. Los cuerpos de los que terminan en este camposanto nunca son reclamados, y sus tumbas no llevan lápidas sino números.

Luego de revelar la identidad de los asesinos de Leila, el libro termina con el alma, la parte que representa la emancipación final de la protagonista. Una narración bella, intensa y original, en la que se hace énfasis en los recuerdos y sensaciones, así como en la importancia de la amistad entre personas que llevan una vida difícil, en una ciudad misteriosa que también es crucial en esta historia, cuyo desenlace es sobrecogedor. 

 

Aquí termina la recopilación de lo leído en el último año. Vendrán nuevas lecturas para nuestro renovado grupo, que espero reseñar oportunamente. Entretanto, iré recopilando la información de los últimos cinco años, para completar la brecha de información acerca de nuestras lecturas. Con ánimo renovado, retomo ahora esta actividad de escribano; poco a poco actualizaré las reseñas de los años anteriores, hasta completar los resúmenes de los cinco años de mi propia inactividad, que, junto a los diez años anteriores en los que había reseñado los 107 libros leídos hasta entonces, corresponden a un total de 152 libros en estos 16 años. 

 

 

 

 

 

 

domingo, 20 de septiembre de 2020

Un año mas de lecturas, con sus interrupciones.

 

 

El ciclo anual siguiente a la celebración de una década de tertulias lo comenzamos con la lectura de Canción dulce, de la franco-marroquí Leila Slimani. Se trata de una historia catalogada como de suspenso, que comienza revelando el desenlace de una tragedia y su culpable. Esta es, por decir lo menos, una manera ingeniosa de presentar un crimen, el cual deja de ser un misterio desde las primeras líneas de la narración. En mi opinión, una novela de misterio es aquella que mantiene el suspenso durante la mayor parte de la narración, en la que se van revelando secretos, motivos y piezas de un rompecabezas, que al final resulte en una obra completa, coherente y, en lo posible, verosímil.

El misterio aquí es entonces el personaje central de la obra, la culpable, Louise, una niñera perfecta, que parece venir de otro mundo, quien llega en el momento preciso a la casa de un matrimonio joven con dos pequeños, Mila y Adam. La ocasión es propicia, pues Myriam, la madre, parece agobiada por la rutina doméstica y recibe una propuesta de regresar a la carrera de abogada que abandonó para dedicarse a sus hijos, mientras su esposo Paul seguía prosperando en su trabajo como productor musical. Aunque la novela se inspiró en hechos reales ocurridos en Nueva York, Leila Slimani la traslada a la sociedad parisina, donde se adapta y se hace perfectamente creíble, con un tinte social en el que se podría cuestionar el supuesto equilibrio que se plantea entre el poder, el afecto y la culpa, alrededor de un conflicto común en la vida moderna, como lo es la distribución de tareas entre las parejas con hijos. Al plantearlo desde una perspectiva femenina, Slimani introduce un cierto sesgo -para mí, innecesario- hacia que la culpabilidad es del hombre.

La pareja está de acuerdo en contratar a una niñera, con la exigencia explícita de Myriam (quien es de origen magrebí), de que no sea una mujer africana o marroquí, a quienes estigmatiza como faltas de interés por el bienestar de las criaturas. Por ello, la candidata Louise, de piel blanca y modales impecables, resulta contratada en cuanto concluye su entrevista, durante la que además se revela que los pequeños han empatizado mucho con ella. Poco a poco, Louise se vuelve imprescindible en esta casa. No solo cuida y quiere a los niños, sino que hace tareas que no le corresponderían como niñera, oficios domésticos para los que la pareja no encuentra tiempo. Louise mantiene la casa limpia y ordenada, prepara comida que todos encuentran deliciosa, lava y plancha la ropa y hasta arregla algunos desperfectos menores.

En un viaje de vacaciones en familia, deciden llevar a la niñera a las islas griegas, y se comienzan a revelar algunos secretos acerca de Louise, de cómo está insatisfecha con su propia vida de viuda, con una hija de unos 20 años a la que ha dejado de ver. También se descubre poco a poco que ella vive confinada en un pequeño apartamento donde reinan el desorden y la negligencia, opuestas a la imagen de pulcritud presentada ante la familia que la contrató.

Leila Slimani teje una narración centrada en la descripción de lo que pasa por la mente de Louise, y quizá de cómo se debería haber anticipado el desenlace con el que comienza la narración. Sin duda, su manejo del lenguaje es pulcro y detallado y su estilo es elegante, características que la hicieron que con esta novela fuera merecedora de uno de los mas prestigiosos premios de literatura en Francia, el Goncourt de 2016. Sin duda, la voz de Slimani nos presenta una canción, con un estilo armonioso, pero esta no es una canción de cuna, no es una canción dulce, sino un relato tenebroso. Aunque sabemos del trágico desenlace desde el comienzo, el mayor logro de Slimani en este relato consiste en mantener el misterio a medida que revela los antecedentes que llevaron a trastornar la mente de Louise, la niñera «perfecta».  

El 31 de octubre de 2019, falleció el sociólogo colombiano Alfredo Molano Bravo, reconocido por su actividad académica y periodística, en la que se destacan sus trabajos sobre el conflicto bélico tan arraigado en nuestro país. Como una especie de homenaje a su obra, escogimos de Alfredo Molano  Ahí les dejo esos fierros. Con  mas de una docena de libros sobre el conflicto armado colombiano, Molano presenta aquí las historias de seis personajes, o como él las describió en una entrevista sobre este libro, «tres parejas: una de los años cincuenta de la época de las autodefensas campesinas de 'Marulanda' y 'Jacobo Arenas'; otra del M-19 y otra de paramilitares.»

Sus personajes son creados a partir de entrevistas que él hizo, de las que toma aspectos comunes y aporta sus propias sensaciones, con el resultado creíble de personas que parecen haber vivido intensamente el conflicto desde su propio ángulo.

Así, muestra al ideólogo profesional de clase media, cuyas ideas revolucionarias se originan en las aulas universitarias, la enfermera que presta sus servicios voluntaria o forzadamente para atender a los heridos de distintos bandos y al militante de los grupos paramilitares. Estos personajes tienen en común la vivencia de la violencia, el desarraigo, la desmovilización y la cercanía con la muerte. Según Molano, su intención era no solo narrar desde la voz de los vencidos, sino aseverar que el conflicto, aunque no sea conocido o sufrido por todos, sigue vigente. Alfredo Molano presenta un texto con un mensaje moral y político, una óptica del país desde diferentes perspectivas, que incluyen la de los militantes de grupos guerrilleros y la de los paramilitares. Una desgarradora realidad que ha persistido durante muchos mas años de los necesarios, imaginados o imaginables. Una guerra que a veces parece extinguirse, pero que ha vuelto a surgir con nuevos métodos, nuevas promesas, nuevos sueños, como el de dejar atrás el peso de los fierros, esas armas que todos esperamos que sean imposibles de cargar.


Seguimos con la cuarta novela del escritor y periodista colombiano Cristian Valencia, Érase una vez en Chocó. Valencia presenta a su personaje John Soto, una especie de héroe, poco creíble, la verdad, supuestamente ligado al peligro desde siempre.  En esta, su primera aventura o «misión», emprende la búsqueda del padre de una vecina, perdido en el selvático departamento de Chocó, lugar estigmatizado con la imagen de miseria, abandono y corrupción,  pero también con historias de buscadores de oro y de grupos de poder, que incluyen soldados, traficantes y paramilitares. Lo hace con un estilo que evoca las historias del lejano oeste norteamericano, con sus sórdidos justicieros que terminan siendo protagonistas de historias truculentas. Solo que en esta historia, la aventura no es tan emocionante, los personajes no son tan interesantes y los desenlaces resultan sosos. Como cualquier héroe de novela barata, John Soto supuestamente encuentra inspiración en el amor. Es por amor ­–además de un interés poersonal– que emprende el viaje de búsqueda, y es «por amor» que recorre la selva y otros lugares, incluyendo huídas increíbles y coincidencias innecesarias. Al parecer,  algunas de estas situaciones deberían ser graciosas, con malentendidos que llevan a mas correrías y escapes, pero sin que el autor logre concretar este relato como una novela humorística.

Tampoco parecía necesario usar este departamento colombiano como escenario. Si el autor pretendía revelar la belleza natural o hacer una etnografía de la cultura local, tampoco parece lograrlo. Valencia no aprovecha este contexto para hablar del folclor local, ni siquiera para transportar al lector a un mundo distinto, por lo exótico o por la idiosincrasia de sus pobladores. El autor hace un intento por anotar cómo el jazz hace parte de ese entorno, pero tampoco lo logra, y simplemente hace mención a una voz y a una artista del jazz clásico, sin que estos detalles aporten a la aventura. Algunos personajes se parecen a los antagonistas de las novelas o de las películas de aventuras, pero muchos de los episodios de esta historia simplemente no resultan creíbles.

Evidentemente, no se trata de un texto que sirva para conocer al departamento del Chocó, lo cual refuerza, a mi parecer, la aseveración de que ese contexto era innecesario. Quizá lo único rescatable es un buen manejo del lenguaje, con algunas descripciones interesantes y metáforas bien logradas, pero con un desenlace que recuerda a esas películas de héroes inverosímiles que están diseñadas para segundas y terceras partes, incluso mas. Pero si esta primera aventura de John Soto es así de floja, no parece que este fuera a ser un nuevo Maigret, una versión colombiana del detective Poirot, ni mucho menos un Sherlock Holmes criollo. Parece predecible que Valencia escriba nuevas aventuras para este personaje, lo que no parece es que resulte interesante leerlas.

 

Como en otros años, hicimos un cambio drástico de escenario con la novela Ámsterdam de Ian McEwan, un prolífico escritor británico, que recibió el prestigioso premio Booker por esta obra, que se desarrolla en la sociedad londinense de finales de la década de 1990.

Cinco personajes se entrelazan en este relato, Molly Lane y cuatro de sus amores, uno de ellos George Lane, su esposo. Molly es descrita a través de los otros cuatro, pues la novela comienza con su funeral, tras un prolongado deterioro, que parece haber sido causado por la enfermedad de Alzheimer u otra devastadora dolencia. Los amantes previos fueron Clive Linley, un reconocido músico y Vernon Halliday, un periodista que dirige un periódico local, quienes tienen en común una larga y tortuosa amistad. Cada uno tiene una posición ética que termina enfrentándolos, a la vez que comparten su desagrado por el millonario marido de su examante, a quien ambos le reprochan –sin mayor justificación– el haber permitido que la enfermedad de la vivaz Molly hubiera progresado hasta dejarla completamente dependiente de él, un triste e inaceptable final para su querida amiga. El quinto protagonista es un amante mas reciente, Julian Garmony, un político conservador que aspira a ser primer ministro. Uno de los hilos del argumento es la aparición de una comprometedora fotografía de este político, tomada precisamente por Molly.

McEwan teje una compleja trama de intrigas y de posturas en las que prevalece una falta de ética que lleva a cada uno a juzgar –y traicionar–al otro. El autor va creando a cada personaje de manera meticulosa, y va mostrando poco a poco las características de sus personalidades, con muy detalladas descripciones sobre su manera de pensar. Al mismo tiempo, los va enredando en una red autodestructiva que se centra en el conflicto entre el músico y el periodista, claramente afectados por el desenlace de su querida Molly, que los lleva a replantearse lo que haría cada uno en caso de sufrir de una enfermedad similar a la que se llevó a su amiga, y cómo cada uno podría ayudar al otro a que una situación así fuera mas llevadera.

McEwan logra describir en forma creíble la personalidad de cada uno, su preocupación por su trabajo y su postura ética. Muestra cómo los dos amigos, el músico y el periodista, terminan enfrentados y buscan hacerse daño mutuo. Lo que no parece creíble es el desenlace, que se traslada a Ámsterdam –lo único que parece justificar el título de la novela– donde las mutuas venganzas pueden llevarse a cabo, sólo que de una manera que sorprende por la pobre y nada verosímil elaboración del final, cuando el resto del relato ha sido una muestra de una precisa filigrana que presenta gran atención a los detalles de las personalidades enfrentadas y de las escenas y posturas relevantes a esta historia. Sin duda, un excelente trabajo narrativo, una sátira pesimista sobre la amistad, que atrapa pero que defrauda con su final, aunque este desenlace también podría interpretarse como la revelación de una jugada maestra orquestada por uno de los protagonistas, que termina castigando el egoísmo de los demás.

 

La pandemia y el obligado confinamiento hizo necesario posponer nuestras reuniones de tertulia, cuya esencia siempre ha sido la presencialidad. Aunque la tecnología actual ofrecía la opción de la virtualidad, tácitamente estuvimos de acuerdo en no hacer estas lecturas sin el gusto de poder departir juntos, en un espacio que hemos construido precisamente para compartir un momento y un espacio alrededor de unos platos y unos vinos, con la excusa de haber leído todos el mismo libro. Así, aunque cada cual tuviese sus propias lecturas pendientes, esperamos a que pudiéramos encontrarnos antes de seguir con nuestras reuniones. Como resulta obvio, esto afectó el número de libros leídos en este ciclo anual.

 

El último libro reseñado es el de un viejo conocido, el autor colombiano Evelio Rosero, de quien escogimos Mateo Solo, una de sus primeras novelas. Hace parte de una trilogía, de la que ya habíamos leído Juliana los mira. Estos libros tienen en común una mirada infantil, pues Mateo es también un niño que observa al mundo desde la soledad.

Este niño de diez años es abandonado por su madre junto con su media hermana adolescente, quien parece sufrir de un trastorno mental. Con la falsa promesa de que van a estar mejor, la madre los deja con la tía Cecilia, descrita como una bruja de pesadilla infantil, quien los recibe pero nunca los acoge. Ella vive en una ciudad fría y lluviosa y es la proveedora –gracias a la escasa pensión de su trabajo en el banco– de la fría casa que habitan, junto con la abuela enferma, postrada en cama, y con Pastora, que resulta siendo hermana de la tía Cecilia.

El abandono de parte de la madre, que se ha librado de su responsabilidad al dejar a sus hijos con una hermana que no los quiere, es determinante para la la soledad de Mateo. La carencia económica también es un evidente motivo de sufrimiento, pues Mateo se encuentra también con el hambre, que en ocasiones logra superar, gracias a que la tía Pastora, otra especie de bruja jorobada, le profesa cierto cariño. Pastora es la encargada de la cocina y le permite compartir algunos bocados de arroz, que consumen juntos y a escondidas en las noches. Comen con las manos, para evitar el ruido de los cubiertos que podrían despertar a los demás.

La ensoñación de los niños es presentada mediante la voz de Mateo, quien ha tenido que madurar forzosamente. Su hermana se rindió, y Mateo siguió el consejo de la abuela de no volver a hacerle caso, ignorarla, lo cual profundiza la soledad del niño. Mateo no puede comunicarse con su único amigo, pues la tía Cecilia ha decidido dejar de pagar por el servicio telefónico, lo cual lo aísla mas en ese infierno frío que es la casa. Mateo sigue siendo un niño, que ha leído las aventuras de Simbad el marino, pero también revela que ha sido abusado por la tía-bruja Cecilia, quien lo ha obligado a acostarse sobre ella, ejemplo que luego ha seguido Pastora.  De ahí que cuando Mateo escapa con sus compañeros del colegio al «cine de hombres», no parece afectarse por las escenas pornográficas, pues a diferencia de ellos, Mateo ya conoce lo que tienen las mujeres entre las piernas. La abuela descubre el abuso sobre Mateo, pero sólo atina a decirle que se escape de la casa. Pero Mateo no logra salir y queda condenado a un encierro en el que no le queda mas remedio que gritar y esperar a que alguien lo oiga y lo ayude.

A medida que se acaba gradualmente el distanciamiento obligatorio, comienzan a aparecer nuevas historias y relatos. Esperemos que no regrese el confinamiento y que podamos seguir con nuestras tertulias, que tanta falta y tanto bien nos hacen.

lunes, 19 de agosto de 2019

Una década de viajes por las letras

 
Un año más de lecturas, pero en este caso uno que representa un motivo de celebración. Celebramos el hecho de que comenzamos estos viajes hace diez años. Diez años de camaradería, dos lustros de amistad, mas de un centenar de libros, aparte de las lecturas que cada cual haya querido o tenido que enfrentar por su cuenta. En esta ocasión, completamos diez años con este club de lectura, un espacio atesorado al que siempre miramos con anhelo.
Este último año de lecturas lo comenzamos con Las noches, de Gerard Reve. Se trata de un monólogo que puede resultar difícil de seguir, especialmente por el tono del narrador, un joven que lleva una vida monótona y tediosa. Publicada en 1947, sabemos que está ambientada en la Holanda de la posguerra, aunque no hay muchas referencias directas a ese conflicto bélico. Frits, el protagonista, trabaja en una oficina, sin que parezca importarle su trabajo, del cual no sabemos nada. Vive con sus padres, hecho que no le satisface, y tiene algunos amigos, con quienes tampoco disfruta de una vida que se hace aún mas aburrida en los diez últimos días del año, tiempo en el que se centra la historia. La novela describe sus momentos de ocio, lo agobiante que le resulta la compañía de otros y el poco o ningún interés que le suscita el paso del tiempo. Si los días carecen de emociones, en las noches se encuentra con sus amigos, con quienes entabla conversaciones insulsas que tampoco llevan a ningún lado. Frits es un personaje que me recordó al indigerible protagonista de La conjura de los necios. Reve deconstruye el sentido de una vida sin entusiasmo ni esperanza, que parece ser la vida común de muchos de los sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial. El tiempo pasa de manera lenta y agobiante, y el autor logra plasmar esa desesperanza con su narración de una cotidianidad asfixiante. Los días son cortos, las noches las pasa con amigos igual de aburridos. Tedio parece ser la palabra clave para este libro.
Nuestro siguiente salto fue hacia una novela que marcó un hito en la narrativa contemporánea: Rayuela, de Julio Cortázar. Descrita como un artefacto literario, sin duda se trata de una muestra de ingenio y erudición, en la cual el lector es presentado con un texto que puede leerse de varias maneras. Una opción es la mas «natural», seguir el orden de las páginas según su numeración hasta el punto en que se anuncia, con asteriscos, que el resto del libro está compuesto por capítulos «prescindibles», los que simplemente no hace falta leer, lo cual parece extraño, pero no deja de ser una idea novedosa. La otra opción de lectura es un juego de saltos, precisamente como la rayuela, donde el autor sugiere un orden distinto, de acuerdo a un manual de instrucciones o «tablero de dirección», según el cual el libro comienza en el capítulo 73 y sigue una secuencia que da cuenta del dominio del escritor sobre su texto, el cual también tiene sentido cuando se sigue la hoja de ruta «alterna». En este juego de lectura, como en la rayuela, se salta y se cae en todos los cuadros, excepto en uno, seguramente el capítulo donde ha caído la piedra o tejo que da sentido al juego mismo.  Como muchos autores que hemos leído, Cortázar cae en temas personales, que elabora sin que necesariamente se entienda a dónde van. La novela narra una historia de amor de una pareja incompatible que convive en la ciudad de París. Como otros narradores, Cortázar también hace que esta ciudad sea a la vez entorno y protagonista de su narración, en la cual se destaca la pulcritud del lenguaje, además de la posibilidad de inventar un lenguaje propio, sin que haga falta un diccionario español – gíglico, aunque en ocasiones los retruécanos parecen excesivos. Incluso en la tabla de dirección hay «paradas» que simplemente son notas de pie de página, como las que se esperan en textos académicos más que en las obras de ficción. Cortázar domina la palabra y presenta un «modelo para armar» en el que involucra al lector, mucho antes de que se pensara siquiera en que habría sistemas completos de interacción entre un lector y una lectura. En palabras de Gabriel García Márquez, Cortázar poseía un «humor peligroso, una erudición viva, una memoria milimétrica, lo que hizo de él un intelectual de los grandes». Un juego infantil convertido en una obra maestra de la literatura.
Nuestra siguiente parada fue una crónica novelada y bien narrada de los poderes ocultos – y de aquellos no tan ocultos – que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial. Se trata de El orden del día, de Éric Vuillard. Sin duda, parece más un texto histórico que una novela, en la que se describen crudamente algunos secretos de esa guerra. Cuenta cómo los industriales mas poderosos participaron en el ascenso de Hitler y financiaron su campaña electoral, por supuesto, a cambio de beneficios como el acceso a mano de obra barata para sus fábricas. Es impresionante la descripción de la «conciencia colectiva» de quienes se dieron cuenta de lo que venía y terminó en una ola de suicidios de personas comunes y corrientes, las mismas a quienes se dirigían los productos cotidianos de estos empresarios. En medio de esta crudeza, Vuillard mantiene un toque de humor, al describir episodios como la esperada entrada triunfal de Hitler a Austria, opacada por las averías de su caravana de lujosos coches y poderosos tanques. Una interesante manera de presentar la historia.
De allí pasamos a una impecable narración, La lluvia antes de caer, del escritor inglés Jonathan Coe. La trama comienza con la muerte de Rosamund, y con una herencia que debe repartirse en tres partes iguales. Dos tercios serán para una sobrina de la fallecida y su hermano, el otro tercio para una chica ciega llamada Imogen, de quien sólo quedaba el recuerdo de haberla conocido vagamente muchos años atrás. En casa de Rosamund aparecen unas cintas de casete dirigidas a esta tercera heredera, con una nota en la que autoriza a su sobrina a escuchar las grabaciones si no encuentra a Imogen, su destinataria original. El hilo conductor es entonces la voz de la fallecida Rosamund. En un original giro de los acontecimientos, Rosamund describe detalladamente veinte fotografías que escogió para Imogen. Al dirigir su narración a una joven invidente, Rosamund hace más que describir unas imágenes: cuenta la historia de su familia, a la vez que revela secretos poderosos que encajan como las piezas de un rompecabezas cuyo desenlace resulta sorprendente. Jonathan Coe asume la voz femenina para construir una historia de tres generaciones de madres e hijas, una verdadera saga familiar con ingredientes de misterio y de afecto ambivalente. Una narración intrigante e impecable.
Cambiamos entonces de tercio y de continente, con la opera prima de una argentina octogenaria, Aurora Venturini. Su novela Las primas es, sin duda, una narración poderosa y original. Su protagonista es Yuna, una mujer que sufre de un retardo mental limítrofe, pero que muestra mayor capacidad de introspección que los demás personajes de la historia. Yuna es una joven de mirada infantil pero muy perceptiva. A medida que cuenta su historia, Yuna adquiere cada vez mayor dominio y comprensión del lenguaje que usa para expresarse y para comprender a los demás. Tiene además un talento especial para las artes plásticas. Sus obras pictóricas y su mirada de las relaciones personales y familiares hacen sospechar que más que tener una condición mental desventajosa, ha sido encasillada en una condición de supuesta discapacidad. De las cuatro primas subnormales, la protagonista sobresale en medio de una familia disfuncional y rencorosa. El recurso de la autora de usar la construcción gramatical para demostrar la limitación de la protagonista para comunicarse es sencillamente genial. Me hizo recordar a personajes ya leídos, como Mary, narradora y protagonista de El color de la leche, de Nell Lyshon. La historia es cruda, pero mantiene un tomo de humor negro que atrapa al lector.
El siguiente libro es descrito en su contraportada como «un manual de antipsiquiatría para aquellos que sienten de verdad y que viven con pasión». Setecientos millones de rinocerontes, de Manuel Vilas, no es nada de eso. Se trata de una narración ecléctica, en la que un supuesto psicoterapeuta, llamado Cristóbal Colón (aparentemente, esta es una muestra del elevado sentido del humor del autor), describe las historias variopintas de algunos de sus pacientes. A falta de un hilo conductor que pueda darle un sentido de continuidad a esta obra, el autor se inventa una analogía ingenua, reiterativa y nada convincente: todos somos rinocerontes, la vida es un rinoceronte, la condición humana es un cuadrúpedo acorazado unicorne o bicorne. La metáfora es floja, y no tiene mayor significado, a la vez que puede significar cualquier cosa, cualquier vida, cualquier tipo de relación. En un momento dado, después de haber leído hasta el cansancio la referencia a los «setecientos millones de rinocerontes», que somos todos o ninguno, quise prometerme que arrojaría el libro al fuego a la siguiente mención de ese número, también sin fundamento (¿setecientos millones de rinocerontes resplandecientes?). Un par de páginas después decidí no quemar el libro, principalmente porque la mayoría de mis lecturas las completo en formato electrónico en mi tableta, que no merecía esa suerte. Incinerarla habría sido un desperdicio, ¿un rinoceronte? Confieso que escogí y propuse esta lectura con base en la descripción engañosa 
de la contraportada, y en el hecho de que este extraño mamífero me resulta especialmente fascinante. Sospecho que es el mismo Vilas quien escribe la reseña que dice «Manuel Vilas retrata en este libro la excepcionalidad de la mente del hombre moderno y transmite, con acrobacias imposibles, plenas de fantasía, que la elección más sugerente siempre es el trastorno.»  Baso mi suposición en el frecuente uso de parte del autor del recurso de automencionarse con cambios ingenuos en su nombre. Aunque para algunos esta puede ser una muestra de cómo Vilas «hace gala de su humor del absurdo», para mí resultó una muestra de excesivo narcisismo. Rescato el hecho de que algunas historias tienen giros interesantes y descripciones bien logradas y con pulcritud en el uso del idioma, y otros relatos usan personajes de la historia del rock, por ejemplo, con buenos resultados. Pero también desembocan en ese lugar común, un animal magnífico, que aparece de la nada, como una explicación traída de los cabellos para un fenómeno cualquiera, para todos los setecientos millones de cosas resplandecientes que a uno se le ocurran.
Seguimos con La intrusa, de Éric Faye. Una muy interesante historia de una huésped inesperada en casa de un hombre solitario. El autor francés logra describir muy bien el estoicismo japonés y la soledad de los personajes. Se supone que la historia se basa en un hecho real, en el que un hombre descubre que hay una intrusa que vive en un armario en su casa. En el relato, el dueño de casa confirma que ella lleva un año viviendo allí, pero solo la descubre cuando comienza a notar pequeños detalles que le sugieren su presencia. Además de las dos narraciones que se hacen desde el punto de vista de cada uno de los dos implicados, hay momentos en que aparece un tercer narrador, omnisciente, para enmarcar el contexto. Este recurso literario funciona bien para Faye, la trama fluye sin que estos narradores interfieran con la historia. Es curioso que el título original de la obra, Nagasaki, que no permite inferir nada acerca de la obra, haya sido traducido al español como La Intrusa, un título que revela parte de esta historia. La novela es breve e ingeniosa, y la relación entre los dos personajes es también breve, pero intensa, a pesar de que en realidad no llegan a compartir sus vidas, sino un espacio común. Hay aspectos que quedan en la intriga: el intervalo de ocho años que corresponde a la diferencia de edad entre ellos dos y al tiempo que para ella fue importante esa misma casa cuando era niña; cuánto de esta intrusión fue un plan premeditado, o si ambos podrían finalmente reencontrarse.
Cerramos este año, y este ciclo de una década de tertulias, con una novela que también ha sido considerada icónica para la literatura moderna,  Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Trata de la épica narración de la familia Buendía a través de todas sus generaciones, hasta el fin de la estirpe. Enmarcada en el contexto del llamado realismo mágico, y citada como uno de sus mejores ejemplos, la narración es, sin duda, muy interesante, llena de descripciones adjetivadas que en ocasiones parecen exageradas. En medio de estas descripciones, se entrelazan aspectos de la violenta realidad nacional, así como aventuras y situaciones inverosímiles, magias, hechizos, apariciones fantasmales, historias de gitanos o, simplemente, hechos cotidianos pero sorprendentes, como pudo serlo la primera visión de un bloque de hielo en ese pueblo recóndito, Macondo, cuyo nombre se ha usado como adjetivo que puede ser sinónimo de lo inverosímil y lo fantástico. En palabras de Julio Cortázar, «Hacía mucho tiempo que no encontraba una prosa tan viva, tan fabulosamente inventiva.» Como hemos descubierto en tantas otras novelas, puede ser difícil seguir el hilo de los saltos en el tiempo 
que caracterizan a este relato. El autor escoge las palabras y los rumbos que quiere, así, cada novela es una expresión personal, y cada narración puede ser entendida o no por sus interlocutores. Para algunos, el realismo mágico es de una dificultad insostenible, pero para otros, es un juego divertidísimo. Para el crítico literario chileno Hernán Díaz Arrieta, la frase con que comienza la novela de García Márquez «junta en una misma frase un pretérito desconocido, después de un presente incógnito y frente a un futuro que mas tarde se recordará.» Se acerca el final de esta reseña, pero sin que haya ningún asomo de nostalgia. Como en mis otros intentos de relatoría, sé que habrá muchas otras páginas para leer juntos. En nuestro grupo de amigos lectores, en cada nueva reunión encontraremos nuevos mundos e iniciaremos nuevos viajes. Algunos más tendrán que irse, otros llegarán, y otros más regresarán a este club de puertas –y hojas­– abiertas. Esta certeza es la que nos ha sostenido todo este tiempo, y la que nos servirá de sustento para enfrentarnos con pasión a los nuevos rumbos literarios que nos esperan.

P.S.: Recopilé las reseñas de estos diez años en un documento con el que pretendo rendir homenaje a la amistad a través de las letras:






martes, 16 de octubre de 2018

Tiempo de nuevas lecturas



Un nuevo año de lecturas, algunas de ellas, para mi gusto, no tan afortunadas como en años anteriores, pero lecturas, al fin y al cabo, que nos permiten viajar por mundos distintos y abrir las puertas de la imaginación.
En una lectura de las tertulias del año anterior, La biblioteca de los libros rechazados, encontramos la referencia al primer libro que abordamos en esta ocasión, pues parecía una obra muy interesante. Se trata de La conjura de los necios, del estadounidense John Kennedy Toole. Según aprendimos, el autor no logró que su libro fuera publicado mientras vivió. Se suicidó a sus 32 años; al parecer, el sentirse un escritor frustrado contribuyó a su fin. Fue la madre del autor quien, luego de mas 20 años de perseverante insistencia, convenció a una editorial universitaria para que lo editara. El libro alcanzó un gran éxito y fue galardonado con un premio Pulitzer. El autor fue comparado con grandes escritores, de la talla de Cervantes, Dickens, Swift y otros. Una trama que se centra en un desagradable personaje, que es un vividor, un vago oportunista y un abusador que se aprovecha de cualquier persona o situación, quien vive en un mundo de excéntricos con quienes también resulta difícil lograr empatía. Difícil también entender porqué el protagonista fue elevado a la categoría de héroe, comparando su despreciable personalidad con la genialidad de El Quijote. Quizá su carácter autobiográfico hizo que nadie quisiera publicar su obra y quizá su éxito refleje algún lado sórdido de la sociedad que lo acepta y enaltece. Para algunos, una obra maestra, imprescindible, inevitable. En mi caso, no causó esa impresión. Ni de lejos.
La siguiente lectura fue Bajo el árbol de los toraya, del francés Philip Claudel, un autor ya conocido en nuestra tertulia, quien no nos defraudó con su relato alrededor del afecto y de la historia de la pérdida de un ser querido. El protagonista es un cineasta anónimo, lo que sugiere un carácter autobiográfico de esta obra, al ser Claudel mismo un cineasta. En la novela, su mejor amigo y productor enferma de cáncer y muere en el curso de un año. Los ritos funerarios del pueblo indonesio al que hace referencia el título pueden durar varios años. El libro parece ser un homenaje póstumo a la pérdida de su amigo, con una reflexión profunda sobre la vida, los intentos vanos por prolongarla o por aparentar que no la perdemos día a día, y sobre el amor, el fraternal, el de pareja y el que está implícito en la amistad. Un breve e intimista relato que aborda los misterios de la vida y la muerte a través de la mitología de un pueblo lejano y los recuerdos de las muertes de algunos conocidos, así como de las esperanzas que se tejen alrededor de una nueva relación.
Nuestra siguiente lectura nos atrajo porque fue vendida como una historia reveladora acerca de la vida del último presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Se trata de La decadencia de Nerón Golden, del autor de origen indio Salman Rushdie. Una historia larga, algo tediosa, en la que no es fácil encontrar una relación entre el personaje principal, un magnate de oscuro pasado (y de origen indio) y la vida del actual presidente. El narrador, además de omnisapiente, en ocasiones parece prepotente. El patriarca de la historia es un personaje difícil de asimilar, y hay muchos personajes que no parecen bien desarrollados o cuyo papel en la trama no es claro. Aunque hay una crítica tangencial al resultado de la elección del presidente de marras, tratar de vender esta novela como una revelación importante acerca de la vida de ese presidente parece ser un truco de publicidad engañosa. El «ascenso del Joker» luego de la presidencia de Barack Obama tampoco es un tema que sea tratado con suficiente profundidad como para considerarlo como una revelación sobre el presidente Trump. Hay duras críticas a la sociedad norteamericana y a algunos de los valores de la sociedad moderna, sean o no de ese país. En su extenso relato, Rushdie también reflexiona sobre temas diversos, como los intereses económicos de las personas y sus posibles consecuencias, personificados en Vasilisa, la nueva esposa-bruja del multimillonario y septuagenario Nerón Golden (Baba Yaga es una bruja del folclor ruso, una anciana que vive en el bosque y engaña a sus visitantes para comérselos. Una de las más famosas historias de Baba Yaga es el relato de Vasilisa la Hermosa, quien logra superar las pruebas de la anciana para librarse de su abusadora familia adoptiva y terminar casándose con el Zar). Los tres hijos de Nerón son tres ejemplos de crisis existenciales distintas, incluyendo la de identidad de género, que desembocan en diferentes catástrofes familiares o personales, con un final incendiario que recuerda al del emperador romano, con algunos matices poco creíbles en esta historia llena de referentes que no son del todo claros.
Seguimos con una colección de relatos breves, Pájaros en la Boca, de Samanta Schweblin. La autora es una joven argentina radicada en Alemania, que ha surgido recientemente por haber obtenido diversos reconocimientos en su género preferido, el cuento.  Precisamente, esta es una recopilación de cuentos, la mayoría de los cuales están ambientados en Argentina, tanto en los pueblos del interior del país como en la ciudad de Buenos Aires. Sus relatos son acerca de la extrañeza, manejada en forma tan natural, que sus personajes no parecen afectarse por las situaciones irreales a las que se enfrentan. Schweblin camina en una cuerda floja tendida entre lo real y lo fantástico. En ocasiones se balancea hacia lo imposible, y regresa pendularmente hacia una vida que parece común y corriente, a pesar de las escenas casi surrealistas que enfrentan sus personajes. La dimensión de la incertidumbre en su narración es tal, que en algunos de sus relatos es difícil seguirla. Tanto, que a veces parece excesiva su fascinación por lo inverosímil. Aunque es una cuentista sorprendente y detallista, esa tendencia a mantenerse cerca de la frontera entre lo aceptable y lo que no lo es, puede hacer que algunos de sus lectores desistan en su intento por seguirla.
De Kader Abdollah, un físico iraní exiliado en Holanda y también conocido de nuestras tertulias, El reflejo de las palabras, un relato centrado en la historia reciente de Irán en la época del dominio del tirano Shah, quien a la postre tuvo que exiliarse para dar paso a otro régimen caracterizado por los excesos contra la población, el del líder religioso ayatola Jomeini. La novela cuenta de las dificultades para la comunicación que hay en las relaciones humanas. En este caso, entre un padre sordomudo y su hijo. Cuando niño, su tío tuvo la idea de que la mejor manera de hacerle pasar el tiempo fue llevarlo a unas cuevas antiguas cuyas paredes estaban llenas de una de las primeras formas de comunicación escrita, la cuneiforme. Se supone que el niño sordomudo aprendió y descifró ese lenguaje e hizo extensas anotaciones en un cuaderno, anotaciones que solo él puede comprender. Este interesante hilo resulta al final algo inverosímil, pues muchos años después, su hijo, cuando ya no cuenta con su padre para intentar comunicarse con él, emprende la tarea de traducir el diario del padre, plasmado en un cuaderno en su versión de escritura cuneiforme. Evidentemente, una tarea que solo puede funcionar como recurso literario, pues sin su padre cualquier interpretación sería personal, como la que su padre hizo de esa escritura cuneiforme cuando era joven. El momento histórico narrado presenta algunas interesantes revelaciones acerca de un país distante para nosotros. El complejo asunto de la comunicación, agravado por la limitación del padre para comprender un mundo que no oye y con el que no puede hablar, es tratado con sutileza e imaginación, mientras los personajes discurren en los enredos de una situación política que afecta a toda la familia, hasta el punto en que el hijo debe huir de su país. Es el hijo quien debe dejar atrás a su padre, y es el padre quien decide quedarse en el único mundo que alcanza a comprender a pesar de sus limitaciones para comunicarse con él. En este caso «él» es su país, su entorno, su familia, su hijo. A partir de un lenguaje indescifrable, que carece de interlocutores, como lo es la escritura cuneiforme, el padre inventa un lenguaje con el que tampoco encuentra interlocutores. Esas palabras escritas por el padre llegan a su vez al hijo, que intenta interpretar las palabras que nunca oyó a su padre. La difícil tarea del hijo es conseguir que el libro hable y descifrar el secreto de esas palabras.
La siguiente lectura fue El gigante enterrado, del británico de ascendencia japonesa Kasuo Ishiguro. En esta obra, el tema principal y recurrente es el olvido. Los recuerdos, que son imprescindibles para todos, se borran ante la presencia de una neblina fantástica que proviene del aliento de un dragón hembra. Ambientada en la Inglaterra medieval, donde son posibles los caballeros, los ogros y otros monstruos que habitan los bosques, la pareja protagonista emprende un viaje por el olvido, en un intento por recuperar la memoria de su hijo extraviado, cuya desaparición y aparente exilio fue causado por eventos que ellos tampoco recuerdan. Su larga travesía en busca de su propio pasado enfrenta sus miedos y se acompaña de encuentros con personajes de fábula, algunos de ellos también viajeros, que caminan juntos a lo largo de partes de los tramos de su búsqueda. Estos personajes disímiles tienen en común el guardar secretos y cargar con culpas. Según su costumbre de involucrar a sus lectores, Ishiguro parece dejar algunos espacios para que esos vacíos de la memoria sean llenados por el lector. Al final, la épica búsqueda es también es una especie de encuentro consigo mismos.
La siguiente lectura fue una especie de historia novelada, Hermanos de tinta, del colombiano  Nahum Monnt. Quizá se pueda describir mejor como un intento de historia de época, que aprovecha un momento histórico en el cual habría sido posible hacer coincidir a dos grandes de la literatura, William Shakespeare y Miguel de Cervantes. La obra es ambientada en Valladolid en el año de 1605, cuando se va a ratificar un tratado de paz entre los países de estos dos hombres de letras.
Sin embargo, el autor no desarrolla muy bien a sus personajes, y utiliza recursos poco creíbles para tejer su historia. Aunque algunos pasajes están bien escritos, muchas de sus descripciones parecen excesivamente detallistas, sin una clara justificación para semejante minuciosidad. Al final, no parece necesario que estos dos personajes tengan que conocerse para el desarrollo de esta historia. Algunas de las ideas parecen no coincidir con la época y algunos de los aspectos «policíacos» de la trama resultan tan confusos que el autor parece desaprovechar el intento de usar las historias paralelas de Cervantes y Shakespeare y no logra hacerlos «hermanos de tinta» de manera convincente. Así, la contraportada del libro resulta engañosa, pues describe una historia mejor que la que uno lee.
Con la coincidencia de haber culminado un proceso electoral en el país, escogimos el Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago, para cerrar nuestro ciclo anual de lecturas. Después de la frustración que para algunos representó el resultado de los comicios locales, resultó refrescante leer una novela políticamente «incorrecta», donde el resultado de unas elecciones resulta en la prevalencia mayoritaria del voto en blanco.  Es una fantasía sobre el enfrentamiento entre la ciudadanía y el gobierno, que usa como referente a una epidemia previa sufrida por el mismo pueblo, la de la ceguera. Dicha epidemia también fue una creación magistral de Saramago, una década antes de la epidemia de lucidez que afecta a las mismas personas. De hecho, algunos de los personajes principales son los mismos de la aventura pasada; en esta ocasión se enfrentan a una maraña burocrática y de represión policial originada en la imposibilidad de aceptar que toda una población reacciona en contra del gobierno de turno, manifestando su inconformidad en masa, sin acuerdos previos ni conspiraciones, que serían la única explicación posible para los gobernantes, quienes no parecen haber superado la ceguera. Una dura crítica al estado, a los medios y a la represión oficial, que se muestra como una protesta en la que todos, o la inmensa mayoría, están de acuerdo en la necesidad de un cambio que el poder no deja llegar.


P.S.: Al final de este año de viajes literarios, dos de nuestros queridos contertulios han emprendido un viaje real al exterior, que esperamos sea temporal, lleno de éxitos y con feliz regreso. Ya tendremos ocasión de compartir sus crónicas.