jueves, 9 de julio de 2009

De la fauna y la flora en el mundo de las sombras (bestiario imaginológico).

El mundo médico ha sido infiltrado por los mitos, leyendas y relatos de diferentes culturas. Las descripciones semiológicas incluyen diversos personajes, animales, monstruos y embrujos, que hacen que las manifestaciones de las enfermedades resulten asociadas a historias pintorescas o fantásticas.
Algunas manifestaciones clínicas se basan en la descripción de recursos imaginarios o de oficios reales, originados en la literatura universal o en la cotidianidad. El lupus eritematoso hace alusión directa a un mamífero carnívoro (Canis lupus). El síndrome de Pickwick sugiere un cierto conocimiento de los escritos de Charles Dickens. El homúnculo de Penfield y Rasmussen, la rodilla del predicador (que en el mundo moderno es más común en un oficio menos elevado, el de instalador de alfombras), el árbol de la vida, el hocico de tenca y la maldición de Ondina parecen exigir al gremio médico un cierto grado de cultura, además de conocimientos de mitología (grecorromana y germánica, entre otras), biología y zoología.
El que estas denominaciones hayan logrado un lugar en la semiología indican un soprendente grado de libertad literaria, para una rama de la ciencia que predica el uso de la evidencia sobre el de la imaginación.
Sin embargo, no es cierto que sea necesario saber el origen de estos especímenes para reconocerlos en la práctica. Muchos colegas desconocen el hecho de que la definición de tenca es tan amplia, que hace alusión a especies tan disímiles como un pez o un ave. Así, sólo hace falta saber que el hocico de tenca parece guardar alguna similitud con el cuello uterino, aunque tengamos que imaginar cómo es el resto de ese animal. Tampoco es necesario conocer el mito de Medusa para reconocer su cabeza en el abdomen de un paciente cirrótico (caput medusæ). Ni hace falta saber que nadie nunca maldijo a Ondina (nombre francés de la sirena) o que el dios Amón se representa con la imagen de un carnero, de donde proviene la analogía del cuerno (Cornu Ammonis), pequeña pero muy importante región del cerebro, que además recibió, de parte del anatomista Giulio Cesare Aranzi, el nombre de otro animal, el hipocampo, que hoy asimilamos al pez disfrazado de caballo (Hippocampus ingens).
La imaginología, que no deriva su nombre de lo imaginario, sino de las imágenes, no es una excepción al uso de este recurso, hasta el punto de que se puede recopilar un verdadero bestiario, lleno de representantes de la flora y la fauna, así como otros ejemplos que, sin pertenecer a la biología o a la zoología, terminan siendo parte del mundo de las sombras, por donde deambulamos cómodamente los radiólogos. Por tratarse de seres u objetos que parecen tener vida propia, no es ilógico que esta costumbre trascienda las barreras idiomáticas. Así, encontramos analogías diversas para describir signos multilingües en las diferentes modalidades de imágenes.
Los árboles sirven de analogía perfecta para la descripción de estructuras vasculares y bronquiales. No importa si el árbol ha crecido tanto como para que sea necesario cortarlo (árbol podado), o si se trata de una alusión primaveral (árbol en gemación). Los conos o piñas de los pinos, así como el uso de estos árboles en las festividades navideñas, sirven para describir las trabeculaciones de la vejiga neurogénica, aunque su uso sea algo más común en inglés (pine cone bladder).
El alimento preferido de un interesante mamífero carnívoro convertido en vegetariano, se usa para describir la apariencia de las vértebras de los pacientes con avanzado compromiso por espondilitis anquilosante (columna de bambú). Por supuesto, me refiero al oso Panda (Ailuropoda melanoleuca), cuyo seudopulgar (realmente un sesamoideo radial más prominente que el encontrado en otras especies de la superfamilia Canoidea, que incluye a los osos (Ursidæ), perros (Canidæ), mapaches (Procyonidæ) y comadrejas (Mustelidæ)), ha sido objeto de extensas disertaciones por naturalistas.
El compromiso óseo de la enfermedad de Paget se ha comparado con una hoja de pasto; los tréboles se han usado para describir cráneos germánicos (Kleeblattschädel) y duodenos enfermos.
En algunas malformaciones craneocervicales, el cerebelo puede adoptar la forma de un fruto tropical (deformidad en banano). Los frutos del bosque, que en inglés se pueden recopilar en el término berry, sirven también para describir diferentes tipos de lesiones.
La apariencia de lirio marchito (drooping lily) es, por lo menos, bilingüe. Lo mismo pasa con el grano de café con el que se compara, en español y en inglés, el vólvulus del intestino grueso. En cambio, parece más común la descripción en inglés (incluso sin traducción al español) del abdomen arrugado que recuerda a una ciruela pasa (prune belly) en el síndrome descrito, entre otros, por los estadounidenses J.F. Eagle (águila-Aquila chrysætos) Jr. y G.S.Barrett.
El algodón puede producir «manchas» en los pulmones que representan la ocupación del espacio aéreo alveolar por líquido o secreciones variadas.
Un limón puede tener un matiz dramático, si se refiere a la forma que adquiere el cráneo en la ecografía del óbito fetal. El listado de plantas en este bestiario incluye pequeñas semillas (grano de millo), bulbos laminados (bulbo de cebolla- Allium cepa) o ramas (leño verde y corteza de arce, que, curiosamente, nada tiene que ver con la orina en miel de arce).

Los batracios no son el mejor ejemplo de belleza en el mundo animal. Así, un feto con aspecto de sapo anuncia una malformación incompatible con la vida, la anencefalia.
La mandíbula de un ave se ha usado para describir lesiones en tripas y rodillas (pico de loro-Amazona æstiva), aunque también le damos forma alada a la escápula. Un efecto secundario de la traducción, solo reconocido por los más avezados traductores, es que puede inducir a la transmogrificación de las especies: el edema pulmonar, que se distribuye en forma de alas, es descrito en inglés por su semejanza con las de un extraño mamífero volador (bat wing), mientras que en español se convierte en las de un insecto (alas de mariposa). Hay además una especie de metamorfosis a través de las especialidades, cuando la mariposa pasa de la neumología a la ortopedia (fragmento en mariposa, vértebra en mariposa). Algo similar ocurre con los cálculos no matemáticos, que en español llamamos coraliformes, aunque en inglés recuerdan la cornamenta de los ciervos (staghorn).
El término steinstrasse (calle de piedras) da cuenta del origen bávaro de la litrotripsia extracorpórea, precisamente la causante de esa calle, (que puede ser de tres tipos, de acuerdo al tamaño de las piedras). En inglés se ha conservado el término alemán, el cual resulta más poético que su traducción más técnica al español por calle litiásica (en cuyo caso prefiero calle o camino de piedras, que no es lo mismo que una piedra en el camino), divagación que me lleva por un camino empedrado, que podría pasar por el estómago en cascada, pero que al llegar al pulmón anglo parece perder la cordura, para llamarse crazy paving.
Al salirme del ámbito de la zoología, me encuentro en las imágenes con ingredientes o amuletos que bien podrían pertenecer a la culinaria o a la hechicería (artes que pueden ser consideradas hermanas): linguini, manzana mordida, cáscara de naranja, cáscara de huevo, panal de abejas, gota de lágrima, palomitas de maíz, herradura, tres invertido, sal y pimienta, tallo de apio, garras y dedos de araña (cómo no, la aracnodactilia). De ahí, es fácil el paso a los objetos comunes, como el bastón de pastor y el corbatín, el acordeón, el huso, los dedos de guante, el rosario, la rueda dentada, la diana, el collar de perlas, la pila de monedas, el asa de balde y el frasco de Erlenmeyer, interesante ejemplo de un doble epónimo, en el cual se hace alusión a la forma del recipiente de vidrio cuyo nombre honra a su inventor, el químico alemán Richard August Carl Emil Erlenmeyer, para describir la forma que adopta el fémur en varias enfermedades, como la descrita por el francés Philip Charles Ernest Gaucher.
Algunos objetos son menos comunes, y pueden tener significados mitológicos o históricos, como el arco de Cupido, el cáliz y el gorro frigio, mientras que otros nos regresan a lo cotidiano, lo comestible o lo armamentario: la caja de cartón, la bota, el muñeco de nieve, la dona o rosquilla, el huevo de costado, la cimitarra y el mango de revólver.
Hay signos cuyos nombres difícilmente podrían asociarse a monstruos o bestias, pero que conservan un cierto aire de misterio: del japonés viene la nube de humo (moya moya) y del inglés crescent cambiamos en español de fase lunar, pues no traducimos creciente (o menguante), sino media luna; también permitimos el uso de alusiones climáticas, como la tormenta de nieve y el sol naciente.
Hay analogías que resultan infortunadas para una especialidad que se basa en lo que percibimos con el sentido de la vista: el ciego, los puntos ciegos, los estudios doble-ciego…

Si los hongos pueden formar pelotas, las células pueden adoptar forma de hojuelas de avena y los huesos pueden ser apolillados.
La leyenda de Aquiles nos regresa al bestiario y nos recuerda las hazañas del héroe de la Guerra de Troya y su débil talón. Otra lesión de la extremidad inferior hace referencia a la anatomía del ganso (Anser anser), específicamente a su pata (pes anserinus), aunque también hay un signo que recuerda su cuello, así como uno que se refiere al cuello de otra ave, el cisne (Cygnus olor).
No podía faltar la fiel mascota: del perro (Canis lupus familiaris) imaginamos sus orejas en la pelvis o lo decapitamos para describir la espondilolistesis.
Y sigo con el reino animal: la corva, que no viene de cuervo (corvus), es en inglés una ternera (calf). Nuestra médula espinal termina en forma de cola de caballo (cauda equina). Un corte transversal del cono medular puede recordar a un cangrejo (Liocarcinus vernalis, entre otros) o a una marca comercial de automóviles provenientes de Alemania (Volkswagen).
Un esófago puede tener apariencia felina, mientras que la dilatación de los espacios perivasculares pueden darle a los cerebros un aspecto atigrado (Panthera tigris).
La característica fenotípica representativa de un mamífero del desierto puede ser la mejor forma de describir un riñón humano (giba de dromedario), pero el mismo riñón puede usarse para describir la apariencia que adoptan algunos órganos que no pertenecen al sistema genitourinario, cuando los describimos como reniformes. Mientras tanto, los úteros pueden tener cuernos o el aspecto de la cara de un ave rapaz (Tyto alba), los ojos de lechuza.
La temible víbora Naja naja puede hacer su aparición en la vejiga (cabeza de cobra), en forma de ureterocele.
La labor de tratar de completar la lista de este bestiario comienza a parecer tan divertida como interminable, lo cual me pone los pelos de punta (hair-on-end).
Los ojos de mapache (Procyon lotor) y el ratón cinematográfico (Mickey Mouse) se pasean libremente por el mundo de las sombras, como lo hace el codfish (Gadus morhua). Pero ¿qué es un codfish? ¿Se parece, acaso, al «pez teleóseo, de agua dulce, fisóstomo y de cuerpo fusiforme», que es como el DRAE describe a la tenca? No, simplemente se trata del bacalao.
Hay quienes hacen referencia al signo de las vértebras bicóncavas como boca de pescado, otros las llaman vértebras de pescado, mientras algunos más hacen referencia específica al bacalao. La silueta de ese pez no se parece al signo radiográfico. Entonces, ¿porqué se llama así? Algunos radiólogos han tomado radiografías de diferentes peces, como el atún (Thunnus maccoyii) y el salmón (Salmo salar): ambos tienen vértebras de forma bicóncava. De hecho, en una reciente navegación por el ciberespacio, me topé con un artículo que muestra diferentes lesiones vertebrales en el tiburón (Carcharhinus plumbeus, Odontaspis taurus). Cuando se enferman, las vértebras de los escualos pierden su forma bicóncava, mientras que las de los humanos adquieren la forma de las vértebras de los peces. ¿Metamorfosis o transmogrificación?
De animales más comunes, como la vaca, tenemos el corazón (cor bovinum) y su ojo (buftalmos), para no mencionar al ojo del buey, que para los poco entendidos es la manera de traducir bull’s eye


Publicado en: Panace@ Boletín de Medicina y Traducción. vol X no. 29, 2009.