martes, 20 de abril de 2010

Explosión de letras

Para deleite de crucigramistas y verbófilos: palabra de 16 letras con 10 consonantes, cuatro de las cuales son eles, tiene tres jotas, una efe, una ka y una i griega.

Las seis vocales de esa palabra son 3 aes, una o y una u. Si le divierten los juegos de palabras cruzadas, como el famoso Scrabble, obtendrá cuarenta y siete puntos cuando logre armar esta palabra.

La palabra está de moda, pues, si no se ha adivinado aún, hace referencia a un nombre explosivo. Una verdadera explosión de letras y de ceniza, que también deleita a vulcanólogos, geólogos, periodistas y otros científicos. Por supuesto, me refiero al nombre del volcán islandés Eyjafjallajökull, que ha fascinado a unos y a otros, excepto quizá a los pilotos de aviones y a sus potenciales pasajeros, quienes han tenido que sufrir largas esperas por la expansión de la nube de ceniza volcánica, que ascendió más de cinco kilómetros y que ha llegado hasta el cielo del continente europeo. En algunos lugares de Islandia, puede parecer que es de noche, incluso cuando apenas ha pasado el mediodía.

Pero, si los aviones pueden volar por entre tormentas eléctricas y a través de la más densa neblina, ¿porqué hubo que cerrar el espacio aéreo en tantos aeropuertos? (Más de 65,000 vuelos cancelados, unos siete millones de pasajeros). El problema no es de visibilidad, sino precisamente por el hecho de que se trata de ceniza volcánica, capaz de aglomerarse en el interior de las turbinas de los aviones hasta obstruirlas por completo. De hecho, esto se sabe gracias a pruebas realizadas por expertos de la NASA en febrero de 2000, precisamente luego de la erupción de otro volcán islandés, el del monte Hekla.

La gran actividad volcánica de Islandia se debe a que esa isla se encuentra sobre la unión de dos grandes placas tectónicas, la de Eurasia y la de Norteamérica. Esta legendaria actividad volcánica pudo haber inspirado la fantástica historia escrita en 1864, según la cual unos aventureros, dirigidos por un científico alemán, siguieron las indicaciones de un alquimista Islandés de nombre Arne Saknussemm, e ingresaron por el cráter del volcán Snæfells Jökull, para continuar por un soprendente camino subterráneo hasta emerger por un volcán italiano. Por supuesto, me refiero al Viaje al Centro de la Tierra, escrita por Julio Verne, de la cual existen varias versiones: literarias, cinematográficas, y hasta una obra de rock sinfónico.

La actividad del monte Hekla es conocida desde el medioevo. La palabra Hekla hace referencia a una capa, y el volcán es conocido con los intimidantes nombres de «la puerta del infierno» o «la prisión de Judas». Junto con su vecino, el volcán Katla, estas dos montañas son llamadas en Islandia «las hermanas furiosas». Los vulcanólogos saben que cada vez que el Ejyafjallajökull ha hecho erupción, el volcán Katla lo imita. Por ser mucho más poderoso (unas diez veces), se ha estudiado de cerca la actividad del Katla, pero, hasta el momento de esta nota, no se han reportado indicios de probables erupciones de este último.

La reciente erupción está lejos de la ocurrida en 1991 en la isla Luzon de las Filipinas, no sólo por la distancia que separa a las dos islas, sino por la magnitud de las erupciones. Se calcula que la erupción del monte Pinatubo produjo diez kilómetros cúbicos de ceniza volcánica. La mayor explosión volcánica registrada hasta ahora ha sido la del volcán Tambora, en la isla de Sumbawa, en Indonesia. Se ha calculado que el material producido por el Tambora fue de 160 kilómetros cúbicos. Los recuentos históricos refieren que la explosión pudo oírse hasta la isla de Sumatra, ¡a unos 2000 kilómetros de distancia! Esa explosión fue responsable del fenómeno conocido como «invierno volcánico», ocurrido al año siguiente (1816), y explicado por el bloqueo de la luz solar producido por la gigantesca nube de cenizas, que logró disminuir en varios grados la temperatura global, con efectos desastrosos sobre las cosechas y la ganadería en todo el mundo. Para aquellos con ínfulas de grandeza, vale la pena imaginarse un cubo de material volcánico de 160 km en cada una de sus dimensiones, para comprender lo pequeños que somos ante la naturaleza.

El índice de explosividad volcánica es una medida que incluye aspectos como la altura de la columna de humo y la cantidad de material eyectado. A las más grandes erupciones de la historia se les asigna el número 7 u 8, en una escala logarítmica según la cual cada nivel es diez veces más potente que el anterior. La erupción de 1985 del volcán nevado del Ruiz en Colombia, cuya columna de humo pudo haber alcanzado los 30 kilómetros de altura, tuvo un índice de 3 en esta escala. El índice de explosividad volcánica para el Eyjafjallajökull no ha terminado de calcularse aún (pues sigue producendo material), pero no parece haber superado el 2.

Para los que no sabemos islandés, el nombre del volcán más nombrado en estos días es, por decir lo menos, misterioso. Sin embargo, su etimología es sorprendentemente sencilla. Eyja significa isla; fjalla viene de fjall o fyjöll, y significa montaña. Jökull significa glaciar.

«Isla montaña glaciar» es la traducción literal de Eyjafjallajökull. Su pronunciación es algo más difícil: «eyiafiatlayokut», según lo han dicho los islandeses en su propio idioma. (La ll final se pronuncia parecido a una t, aunque en realidad termina con un sonido entre palatal y apical, que podría escribirse fonéticamente como eyiafiatlayokutl –aunque quizá nunca podamos pronunciarlo correctamente).

Una verdadera explosión de sonidos – y con la probable excepción de los hablantes nativos-, también de saliva.