miércoles, 28 de febrero de 2007

FEBRERO

Hacia el año 738 a.C., Rómulo, el legendario fundador de Roma, introdujo el primer calendario romano. Cada año tenía diez meses, con 304 días en total. Cada mes correspondía al período entre una luna llena y la siguiente. Los romanos dejaron sin contar los días del invierno, que sumaban dos meses.

El año comenzaba en el equinoccio vernal, tiempo del inicio de las cosechas. Este primer mes se llamó Martius en honor a Marte, quien, antes de convertirse en el dios de la guerra, era deidad de la agricultura. El segundo mes se llamó Aprilis, al parecer derivado del antiguo verbo aperire (abrir), y hacía referencia al florecimiento primaveral, o «apertura» de flores y hojas.

El tercer mes, Maius, parece haber sido nombrado en honor a la diosa Maia, madre de Mercurio, hijo de Júpiter. El cuarto mes, Junius, se nombró en honor a la diosa Juno. El quinto mes se llamaba así: «quinto», del latín quintus, que luego se transformó en Quintilis. Los siguientes meses seguían esta numeración, con palabras derivadas de adjetivos numéricos: de sextus se formó Sextilis; de septem, September; de octo, October; novem, o nueve, dio lugar a November, y decem a December.

En el año 44 a.C., el senado romano cambió el nombre del quinto mes por el de su emperador Cayo Julio César, nacido precisamente en ese mes, Julius.

El sexto mes también fue renombrado por decreto del senado romano en el año 8 a.C., esta vez en honor a Augusto César (Augustus), primer emperador romano.

Numa Pompilio, segundo rey romano, fue quien decidió llenar la brecha de los dos meses invernales con Januarius, en honor a Jano, diosa de las compuertas, después diosa de los inicios.

Februarius se llama así en honor a una antigua fiesta anual de purificación, llamada februa, que celebraban algunos pueblos indoeuropeos anteriores a Roma, en una fecha que hoy corresponde al 15 de febrero. Este nombre se registra en español desde el año 1129.

Un calendario lunar nunca es muy preciso, pues se desfasa con el tiempo. El astrónomo Sosígenes, por encargo del emperador Julio César, pudo dilucidar que la manera de resolver el descuadre era convertirse a un calendario solar, de 365 días, con el ajuste del año bisiesto. El calendario Juliano, que hoy usamos, además trasladó el comienzo del año del 1º de marzo al 1º de enero.
Siendo desde entonces enero el primer mes del año, a partir de septiembre, los meses cuyos nombres representaban el orden numérico en el calendario original, dejaron de coincidir: September, October, November y December dejaron de ser, respectivamente, los meses séptimo, octavo, noveno y décimo. Sin embargo, nunca cambiaron de nombre, ni en latín, ni en los idiomas que los adoptaron o transformaron de él, como el español, inglés, alemán, francés y holandés, entre otros.