lunes, 2 de abril de 2007

De Algunos Nombres Impuestos, Indispuestos y Mal Puestos

La segunda entrada de la columna El poder de la palabra, publicada en:

Boletin Imágenes, Asociación Colombiana de Radiología 2003; 9(2):10. www.ACRonline.org

En español, se tildan algunas palabras, o se escriben de maneras peculiares, para diferenciarlas de sus homófonas. Por ello, existen las grafías «sicosis» y «psicosis», para referirse, respectivamente, a una afección cutánea y a una mental. No imagino un escenario clínico en el que un psiquiatra le haga una consulta a un colega dermatólogo por el caso de un paciente sicótico con sicosis, pero, si se invierte el orden de los factores, podríamos tener un paciente cuya sicosis de la barba «lo tiene loco», en cuyo caso, la interconsulta sobrepasaría los límites de la semántica.
En el clásico «te invito a tomar el té», tildamos la infusión para diferenciarla de la segunda persona. Ambos son ejemplos curiosos, pues en la práctica no parece existir una posibilidad real de confusión, pero malos ejemplos y nombres mal puestos abundan en el español y en el léxico médico.
Cada vez que hacemos una ecografía obstétrica, buscamos un corte axial o transversal del cráneo fetal y medimos la distancia entre la tabla externa del hueso temporal más cercana al transductor y la tabla interna del mismo hueso en el lado opuesto. A la distancia entre los huesos temporales la llamamos, por imposición, diámetro biparietal, aunque por nuestro conocimiento anatómico sepamos que no hay posibilidad de hacer un corte transversal que incluya los huesos (o los lóbulos) parietales y el mesencéfalo (o los tálamos) a la vez. Lo correcto sería llamarlo diámetro bitemporal, pero el nombre mal puesto ya fue impuesto, y difícilmente podrá ser depuesto.
Para formar algunos términos técnicos, recurrimos a las raíces latinas de nuestro idioma, a los aportes griegos o a una combinación de ambos, híbridos que seguramente habrían sido impensables en épocas en las que la cultura romana pretendía dominar el mundo, a expensas de la griega. Así, tenemos expresiones híbridas como radiografía, combinación del latín radius y del griego graphos. Otro híbrido grecorromano es el que resulta de combinar el prefijo griego para- con el latín renum, con el que denominamos a los compartimientos del retroperitoneo que se encuentran por delante y por detrás del espacio perirrenal.
Algunas combinaciones son más coherentes: en la habitación nupcial romana o thalamus era lógico encontrar una pequeña almohada rectangular llamada en latín pulvinar, nombre con el que todavía conocemos a la porción posterior y medial de cada tálamo, cuya forma es rectangular, como la almohada en cuestión. A pesar de la breve ocupación árabe de la península ibérica, el idioma español le debe a los moros muchos de los términos que comienzan con al-, como la almohada o cojín romano del que ya he dicho lo suficiente como para inducir a la apoplejía.
Si no el primero, uno de los primeros en darse cuenta de que en la apoplejía la lesión cerebral está al lado contrario de la sintomatología motora, fue el anatomista italiano Antonio María Valsalva. Para describir hallazgos que se encuentran en el mismo lado de la lesión cerebral que los produce, de la neurología nos viene «ipsilateral», aunque la forma correcta de la raíz latina ipse indica que debe decirse ipsolateral, término que ofrece la supuesta ventaja adicional de evitar cualquier confusión entre ipsi e hypsi , esta última de origen griego, que hace referencia a altura (1). ¿Otro caso de confusión improbable?
Antes de pe y be siempre va eme, excepto en Trendelenburg y en Kienböck, forma correcta de escribir los apellidos de Friedrich, cirujano alemán, y Robert, radiólogo austríaco, respectivamente. Imagen es una palabra grave terminada en ene, que nunca lleva tilde. Lo mismo aplica para examen. El plural de ambas palabras tiene acento en la antepenúltima sílaba; como todas las palabras esdrújulas, llevan tilde exámenes e imágenes. Palabras de uso frecuente en nuestra especialidad, sobre las que ya he llamado la atención (2), pero, como solía decir el famoso cazador de gazapos, Roberto Cadavid, mejor conocido como Argos: «parece que no me leyeran.»
Sería tan grato como sorprendente que, con sólo volverlo a mencionar, desaparecieran por fin las tildes en las formas singulares de las palabras que describen lo que a diario vemos o hacemos en plural. Aunque recientemente se volvió a ventilar el tema de la manera correcta de llamar a la especialidad (3), dejaré para otra ocasión la tentación de explayarme sobre la imaginología, término éste que es el único aprobado oficialmente por la Real Academia de la Lengua Española (4), a pesar de los argumentos que sobre el uso de la forma imagenología se quieran esgrimir (a propósito, ¿por qué no simplemente «radiología», que además de ser gramatical y etimológicamente correcta, tiene ese matiz histórico que nos recuerda de dónde venimos?)
Hay neologismos que nos llegan desde el extranjero y que finalmente son aprobados por el uso, pero, ¿eran realmente necesarios? Vasculatura es sólo cuatro letras más corta que vascularización, pero, aunque el término ya se encuentra implantado en nuestro léxico, yo prefiero no ahorrar esa sílaba y seguir con la impresión de no haber cedido a la dominación anglosajona.
Cada vez que oigo el horrible neologismo longitud «céfalo-nalga», en vez del lógico «cráneocaudal», me pregunto porqué a nadie se le ocurrió «capicúa», que no sólo viene de cabeza y cola, sino que es un término más parecido al «crown-rump» que se usa en inglés, y que, por ser más coloquial que técnico, dificulta su traducción al argot científico. ¿Será que en España, donde algunos se jactan de decirle a las cosas por su nombre, usarán igual de impunemente el término longitud «céfalo-culo»?
Bibliografía

1.Navarro, FA.: Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina. McGraw-Hill Interamericana, Madrid, 2000.

2.Morillo, A.: El informe radiológico y la comunicación científica: una cuestión de estilo. Editorial. Revista Col de Radiología 1997; 8 (2): 60 - 62.

3. Bermúdez, S: ¿De la imagen a la imagenología? ¿O a la imaginología? Editorial. Revista Col de Radiología 2002; 13(3): 1172 -1173.

4. Departamento de Español al día. Real Academia Española. Respuesta a consulta electrónica realizada en mayo de 2003, a través de la página del idioma español, www.elcastellano.org

Las ideas aquí expresadas son personales y no representan la posición de la Asociación Colombiana de Radiología ni de la institución a la que se encuentra vinculado el autor.